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‘El regreso de Mary Poppins’: “prácticamente perfecta en todo”

Mary Poppins vuelve para ayudar a la siguiente generación de la familia Banks a encontrar la alegría y la magia que faltan en sus vidas después de sufrir una trágica pérdida personal. Poppins es la niñera casi perfecta dotada de habilidades mágicas y extraordinarias que pueden convertir cualquier tarea aburrida en una aventura inolvidable y fantástica, junto a su amigo Jack, un optimista farolero que lleva luz -y también vida- a las calles de Londres.

Han transcurrido 85 años desde que Mary Poppins llegase flotando por el aire a través de la mano de su autora P.L. Travers, y 55 desde la versión cinematográfica de Robert Stevenson (director y buque insignia de las películas de personajes reales de la factoría del ratón), con Julia Andrews personificando a la institutriz. Hace cinco años ya del estreno de ‘Al encuentro de Mr. Banks’, en el que se recrean las arduas negociaciones entre la tenaz autora y el todopoderoso magnate de los estudios, por lograr los derechos de la obra y sacar adelante, a muy duras penas, la película que combinaba acción real y animación. El tiempo parece haberse detenido en la época de la gran depresión, una generación después, para regresar al 17 de la calle del Cerezo con este impresionante espectáculo musical.

Ver a una señora vestida de oscuro y con sombrero volando sobre una escoba, pudiera ser un signo de mal augurio. En cambio, si lo hace portando un paraguas oscuro abierto y deslizándose por los aires con sutil y estricta elegancia, la cosa cambia por completo. Se abren las nubes, se paran los vientos, y ahí está de nuevo, surcando el cielo y haciendo que “todo sea posible… incluso lo imposible”: la versión femenina clásica del propio Tom Cruise.

Emily Blunt ha deconstruido y rehecho el personaje, -con permiso de la Andrews- y como ella misma se autodefine en su propio papel, “prácticamente perfecta en todo”. Interpreta con encanto, baila con elegancia, y canta como los ángeles, e incluso rapea. Pero además sabe ser estricta, rigurosa, divertida y cómplice de los niños sin perder ni un ápice de su autoridad, en una familia desesperada que parece haber perdido el candor de la niñez, y nunca da explicaciones de nada. Es sencillamente fabulosa.

Le acompaña la nueva versión del deshollinador, Lin-Manuel Miranda que ahora es farolero, viejo amigo y discípulo de la niñera y de su magia. Canta y baila con con deslumbrante brillo y color. Irradia luz allá donde hay niebla en las tristes y grises calles londinenses tomadas por una época de sindicalistas, abogados y banqueros desahuciadores.

Ben Whishaw, Emily Mortimer, Julie Walters, Colin Firth, Meryl Streep, Angela Lansbury, y la emotiva intervención de Dyck Van Dyke, son las otras caras que aportan vida a este nuevo encuentro con la mágica cuidadora.

Desde sus primeras imágenes, ‘El regreso de Mary Poppins’ es una declaración de intenciones. El tradicional logo del castillo Disney está situado en medio de la capital y los títulos de inicio y de salida tienen el mismo diseño que su anterior entrega. Es un musical de pies a cabeza, con números generosos que derrochan imaginación tanto en sus diálogos como en sus canciones.

La música de los hermanos Sherman aparece remotamente en un solo instante, como si alguien la terarease. A cambio, da paso a una nueva y magnífica banda sonora creada por Mark Shaiman con letras de Scott Wittman, muy festivas y algo más profundas. Los números musicales son ambiciosos y los  bailes están coreografiados por el propio director, con personas, con escaleras, con bicicletas, y con animales animados…

Aquí, en las escenas de animación con personajes reales, a quien estas palabras suscribe se le saltan las lágrimas de alegría por atestiguar lo que es capaz de hacer actualmente Disney desde la última película en 2D con ‘Zafarrancho en el rancho’, que cerró las puertas a este tipo de técnica en largometrajes. Además, mezcla la animación tradicional y la de ordenador con maestría, y si le añadimos personajes reales como el ‘¿Quién engañó a Roger Rabbit?’, el resultado es épico. Meterse en una sopera de porcelana china no sólo es mágico y precioso sino que es brillante, con un animado music hall fabuloso. Dan ganas de mucho más por su maestría absoluta.

El responsable de todo ello es Rob Marshall, el mismo director de los musicales cinematográficos ‘Into the Woods’, ‘Nine’, o ‘Chicago’. David Magee se encarga del guion que recupera a la institutriz sin necesidad de volver a cantar “Supercalifragilisticoespialidoso”. Ambos sí recuperan el espíritu de ‘Mary Poppins’ con la cometa y la bola de cristal con nieve, potenciando su aroma al proclamar que “un poco de tontería es divertido” mientras se pone todo en orden utilizando un poco de su magia, para que los adultos nunca olviden su pasado.

‘El regreso de Mary Poppins’ contiene diversión, humor, inocencia, drama y esperanza. Al igual que una de sus principales canciones proclama que “la portada no es el libro”, el cartel no es la película. Ésta es realmente maravillosa, bonita y mágica.

Lo mejor: sin ánimo de establecer un agravio comparativo, encantará a quienes no conozcan al personaje, deslumbrará a cuantos están familiarizados con ella, y hasta encandilará a los escépticos de las películas familiares.

Lo peor: que en una época de farolas de gas existan mountain bikes y que éstas, además, tengan faros eléctricos.

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