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‘Tiempo después’, Cuerda para rato

En el 9177, mil años arriba, mil años abajo -que tampoco hay que pillarse los dedos con estas minucias-, el mundo entero -y según algunos autores, el universo también- se ha visto reducido a un solo Edificio Representativo y a unas afueras cochambrosas habitadas por todos los parados y hambrientos del cosmos. Entre todos estos desgraciados, José María decide que, con las dificultades que haya que salvar y mediante la venta en el Edificio Representativo de una riquísima limonada que él manufactura, otro mundo es posible.

José Luis Cuerda vuelve a hacer de las suyas. Y menos mal. El director manchego regresa a su mejor y particular vis irónica y mordaz sobre cómo entender las cosas de la vida misma. Dejando de lado su obra más seria como ‘Los girasoles ciegos’, ‘La lengua de las mariposas’ o ‘La educación de las hadas’, regresa al cuento y la fábula satírica de ‘El bosque animado’, ‘Amanece que no es poco’ o ‘’Así en el cielo como en la tierra’.

‘Tiempo después’ no es segunda parte de nada. Es un relato surrealista nacido de la propia imaginación de Cuerda y plasmado en la gran pantalla con un importante elenco de actores que derrochan amor y cariño por el director albaceteño. Y eso se nota. Es una película de “cosas raras”, en la misma línea que aquella de hace ya 30 años en la que sembraba personajes en huertecillos de Ayna. Pero en un mundo muy futuro y casi en un post-apocalípsis despreocupado, en el que viven parados en los bosques de pinos y el resto de la población se hacina en el emblemático edificio de hormigón armado de las Torres Blancas.

En ese absurdo contexto existe la necesidad de sostener el número de parados, ni uno más ni uno menos, para contribuir a mantener el tenso equilibrio social. Se establece la libre competencia con tres profesionales de cada oficio, para evitar el monopolio. El cuerpo de la benemérita está formado por una única pareja que se entrega en alma y cuerpo a sus deberes, por vigilar la paz y la armonía de la humanidad. A pesar de que uno de ellos sea escocés por parte de acento y falda. La alcaldía posee su propia Policía Mundial Municipal, la portavocía se plantea tomar sus propias decisiones visto que la realeza de bastos tiene intención de expansionar la dinastía.

Hay barberos, como los hubo antaño, que encandilan a la clientela con sus declamaciones, y pastores que suben a las ovejas en el ascensor para llevarlas a pastar al césped de la piscina. Un locutor lírico impostado intenta amenizar la vida diaria de los parados. Incluso la marina oficial tiene su propia representación, faltaría más. Y mil personajes más…

Todo un universo muy particular con mucho Cuerda para rato.

Pero sobre todo, ‘Tiempo después’ contiene mucha labia, lirismo, prosa, retórica, filosofía y magníficos diálogos que enfrentan las ocurrencias contra las ideas. Un argumento repleto de poesía verbal que encandila y emociona. En el que se reza El Quijote, y “el rey no tiene caprichos, tiene voluntad real”. No deja títere con cabeza: política, religión, clases sociales, cultura…

Entre los protagonistas que deambulan cual bandido Fendetestas por la película destacan las magníficas interpretaciones de Roberto Álamo, Blanca Suárez, Arturo Valls, Miguel Rellán, Carlos Areces, Berto Romero, Antonio de la Torre, Raúl Cimas, Joaquín Reyes, y un sin fin de actores que se han volcado para tener su segundo de gloria. Incluso sin llegar a entender del todo un enrevesado guion cuya principal finalidad es plasmar un excelente humor surrealista.

A Cuerda se le quiere y él se deja querer. ‘Tiempo después’ es todo un legado cultural narrado con su propia voz y genial ironía sobre todos los aspectos de la vida pasada, presente y futura de la humanidad, y sobre todo de su querido Albacete. Es una personalidad de factura única dividido en mil diamantes que conforman los personajes de su peculiar universo cinematográfico, que lo hace tan incomparable y tan peculiar.

No habrá que esperar tanto tiempo como su más cercana referencia ‘Amanece que nos es poco’ (título que como tal tiene su propio cameo en esta presente), para que se convierta en una auténtica joya de culto. Ya lo es.

Lo mejor: el lucimiento de los actores por trabajar en una película así, y la verborrea de sus diálogos.

Lo peor: que el humor del argumento es tan singular que o encanta al público o desconecta por no pillar el hilo.

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