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‘Gente que viene y bah’, lo que verdaderamente importa

La vida de Bea, una joven y talentosa arquitecta, da un vuelco cuando descubre que su prometido, con el que comparte trabajo, se ha liado con una famosa presentadora. Así es como pierde novio y trabajo en el mismo día. Con el desastre en los talones, Bea no tiene más remedio que volver a su pueblo natal, donde, además de un paisaje idílico, le espera un futuro incierto, una familia como poco peculiar y un “misterioso” y atractivo vecino que pondrá su vida patas arriba.

De la misma manera que los protagonistas de ‘Gente que viene y bah’ enarbolan la célebre canción de los 70 interpretada por las Baccara, “Yes sir, I can boggie”, su directora nos dice claramente que la vida está para bailarla y disfrutarla.

Patricia Font da el salto a la dirección con este largometraje tras obtener el premio Goya por el corto ‘Café para llevar’ en 2015, y una gran experiencia supervisando guiones desde el 2001. Basado en la segunda novela de Laura Norton del mismo nombre, Carlos Montero (con anterior experiencia en la adaptación de otra obra de la autora) y Darío Madrona, ambos con experiencia en guiones principalmente televisivos, dan forma a este “carpe diem” frente a las vicisitudes que ofrece la misma.

Clara Lago interpreta a Bea, una joven que regresa a sus orígenes, es decir a la familia, tras una ruptura sentimental con su novio. En ese pueblecito costero catalán, Santa Clara, ha de sobreponerse gracias a las peculiaridades de la convivencia con sus hermanos, y bajo la filosofía vitalista de su madre, Carmen Maura, una naturópata que siempre se ha ganado la vida atendiendo a los demás a cambio de lo más básico: la comida.

A ambas se les unen las circunstancias de una hermana alcaldesa del pueblo, otra que guarda celosamente su pequeño gran secreto, un hermano al que le importan muy poco las habladurías, y el peque del grupo que con su corta edad se considera nihilista hasta los huesos.

Alexandra Jiménez, Alex García, Paula Malia, Carlos Cuevas, Fernando Guallar, entre otros, aportan y derrochan simpatía y cercanía a sus logrados personajes, en los que a pesar de la independencia y la mínima interferencia, interactúan unos con otros de manera eficaz.

‘Gente que viene y bah’ es un canto a la vida, un soplo de aire fresco ante los problemas más o menos serios que puedan surgir y, sobre todo, una loa a saber dar su justa importancia a permanecer o dejar pasar aquellas personas con las que nos vamos cruzando, a dejar pasar a quienes nada pueden aportar y permanecer junto a quienes se desea compartir las ilusiones de cada día.

Más que una comedia es una película agradable de ver y de sentir, compartiendo su drama familiar y aprender a discernir entre quién te acepta y te quiere tal cual eres o no.

Sencilla, directa y repleta de frescura. Como la propia interjección final que utiliza sobre la indiferencia hacia lo que poco aporta, ‘Gente que viene y bah’ es natural, amena y agradable de sentir en su filosofía de las cosas corrientes de la vida misma.

Lo mejor: las interpretaciones y en especial una Carmen Maura que, con la apariencia del mínimo esfuerzo interpretativo, impregna a su personaje una dulzura maternal excepcional.

Lo peor: su marcado sello televisivo hace que a veces se distraiga entre sus bloques argumentales.

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