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‘Glass (Cristal)’, la quebradiza delicadeza del oscilante Shyamalan

Tiempo después de ‘El protegido’ y enlazando con la conclusión de ‘Múltiple’, David Dunn se propone perseguir a La Bestia, la figura sobrehumana de Crumb, en una serie de encuentros cada vez más intensos, mientras que la sombría presencia de Elijah Price surge como un orquestador que esconde secretos cruciales de ambos hombres.

Se cumplen veinte años desde de que M. Night Shyamalan encandilara al público por su peculiar manera de mostrar el misterio y el suspense con esa naturalidad y sus característicos golpes de guión con ‘El sexto sentido’. Los mismos que le ensalzaron y sirvieron para rendir un merecido tributo a los fans incondicionales de las novelas gráficas con su magnífico ‘El protegido’.

Tras ‘Señales’ y ‘El bosque’ parecía que lo había dicho todo y su meteórica carrera oscilaba hacia el fracaso a medida de que se comprometía con producciones de mayor calado, como ‘Airbender: El último guerrero’ o ‘After Earth’.

Hubo de recurrir a sus orígenes con ‘La visita’ y sobre todo con ‘Múltiple’ para recuperar gran parte del prestigio dilapidado, y así a reencontrarse con su público y con una nueva generación de seguidores.

‘Glass (Cristal)’ es la esperada secuela y conclusión de su anterior trabajo ‘Múltiple’. Trae de vuelta a los personajes de ‘El protegido’, tal y como prometía la secuencia tras los títulos finales de la historia “La Horda”, en la que un perturbado (James McAvoy), dividido en veintitrés personalidades múltiples está preparando la llegada de la despiadada “Bestia”. Ahora, aquella lucha entre el ignorante héroe (Bruce Willis) y su antítesis (Samuel L. Jackson) que le ha demostrado su capacidad, se suma en esta continuación más interesada en desmontar los poderes sobrehumanos mediante el psicoanálisis que en el trastorno que se provocan unos a otros.

Mucho antes del actual y exitoso ciclo de cine de superhéroes, Shyamalan rendía un grato homenaje a los fieles seguidores y allegados del mundo de los cómics, con ‘El protegido’. Aprovechó el magnífico tirón que le dio ese thriller de terror psicológico sobre la división de personalidades y la excelente interpretación de su protagonista. Y supo crear el golpe maestro final con esa inesperada conexión sacada de la manga entre ambas películas.

‘Glass (Cristal)’, es una muy buena oportunidad de ver este insólito experimento al recuperar los mismos personajes de hace diecinueve años y unirlos a los de hace tres. Tanto en el caso de los protagonistas como sus secundarios, lo cual ya tiene mérito. Aprovecha para estudiar sus orígenes y profundiza en el hecho de sentirse especial y casi sobrehumano que tantas veces se relata en las viñetas y hace reflexionar a los consumados lectores. Pero cuando se entremezclan los mundos de héroes y villanos, siempre surge la necesidad de intentar asimilarlos y consigo la de supervisar y controlar sus hazañas.

Tres películas para cada uno de sus personajes con identidades secretas que juegan con sus delirios de grandeza y su inestabilidad mientras navegan a la deriva en la paleta de colores perfectamente definida, violeta, naranja y verde, para vestuario, ambientes e incluso en los secundarios del mismo bando.

‘Glass (Cristal)’ no decepciona, ni mucho menos. Pero tampoco cumple las muy altas expectativas generadas en los últimos instantes de su precuela. No falta el cameo de turno de su director, alguna que otra broma a la gran compañía de superhéroes y cierto tenso suspense en esta historia de crisálidas mutantes.

Destaca una potente banda sonora, diseñada más que como melodía, como conjunto de sonidos destinados a crear el crucial suspense al que acostumbra su director.

La oportunidad que tiene de jugar con todos estos personajes se ve deslucida por un argumento que se pierde entre dudas psicopatológicas, y al final parece que los secundarios deambulan perdidos y desmotivados reflexionando en aquello de “ser tan diferente que no sabes cuál es tu lugar”.

Su elenco de actores resulta agradable y eficaz, pero nada nuevo que no se haya disfrutado antes. El nuevo papel de psiquiatra encargado a Sarah Paulson parece mantener un excesivo interés clínico por desmontar la metafísica de los cómics que por ofrecer algo más verosímil.

En ‘Glass (Cristal)’, Shyamalan ha cosechado un cúmulo de sentimientos encontrados que en algún momento se empiezan a desinflar, esperando ese as en la manga que no termina de llegar. Quién sabe si con los cabos sueltos que deja, oscilando una vez más entre la genialidad o la mediocridad, lo puede solucionar.

Lo mejor: la oportunidad de dar continuación a dos películas tan distantes en el tiempo con los mismos personajes.

Lo peor: su argumento, sobre las dudas de ser un superhéroe, no termina de convencer.

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