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‘Una cuestión de género’, cambiar las mentes y las leyes

Inspirada en la historia real de Ruth Bader Ginsburg describe sus inicios como joven abogada y madre de familia. Ruth, junto a su marido el también abogado Martin Ginsburg, cambió el curso de la historia con un singular caso sobre discriminación de género que abrió el camino para la igualdad en los Tribunales.

La igualdad es una de las asignaturas pendientes de la humanidad. Es una delicada y fina cadena con tantos eslabones como los diferentes ámbitos en los que nos movemos. Desde la educación en la familia; el entorno en el desarrollo educativo; la misma comunidad de ciudadanos donde se reside; o la responsabilidad de los medios de comunicación; desde el lugar donde realizamos nuestros trabajos, o desde las mismas leyes que nos protegen y nos vinculan con el resto de la sociedad… Todos estos espacios y otros muchos más pueden condicionar a la hora de tener una percepción aproximada de lo que debería ser la igualdad de las personas. Si alguna de estas piezas es frágil o está mal engarzada se quebrantará con facilidad.

‘Una cuestión de género’ es un pequeño pero fuerte eslabón y un ejemplo a seguir hacia la plena consecución de la igualdad. Su directora Mimi Leder (‘El pacificador’, ‘Deep Impact’, ‘Cadena de favores’), con el guión de Daniel Stiepleman, viene a poner el dedo en la llaga sobre una de las revoluciones pacíficas más recientes hacia la consecución de los mismos derechos civiles y en favor de la igualdad de género. Fija su atención en los orígenes de Ruth Bader Ginsburg, quien fuera hasta hace poco jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos.

La actriz Felicity Jones (‘Rogue One: Una historia de Star Wars’, ‘Un monstruo viene a verme’, ‘La teoría del todo’), interpreta a la joven estudiante de derecho de la elitista universidad de Harvard, en su sexto año de apertura con tan solo nueve mujeres en sus aulas, en 1956. Es una excelente estudiante, magnífica madre y abnegada esposa; “mujer, madre y judía” tres ingredientes que hicieron muy difícil su incorporación al mercado laboral.

La enfermedad de su marido, interpretado por Armie Hammer (‘Call Me by Your Name’, ‘Operación U.N.C.L.E’, ‘El llanero solitario’), hace que tenga que multiplicar sus esfuerzos para asistir a las clases propias y a las de él. Como mujer fuerte y decidida, se hace profesora de derecho en la década de los 70, y para “no sentirse pequeña” ante las leyes encuentra la manera de revolucionar el “orden natural de las cosas”.

Es curioso que con los más de dos siglos de existencia de la Constitución de los Estados Unidos, los padres de la Carta Magna americana no incluyeran en su texto ni una sola vez las palabras “mujer” ni “libertad”. Hechos que pueden haber fomentado la discriminación sexual legal durante unas cuantas generaciones, cayendo en un “puñetero” sistema de desigualdad. Una revolución contra el mismísimo John Adams.

‘Una cuestión de género’ es una película correcta, interesante y amena. Tremendamente necesaria y ejemplarizadora. Sus interpretaciones son eficaces para representar los acontecimientos reales en los que basa su argumento. Sobre todo la dedicación y firmeza que mantuvo su protagonista a favor de la igualdad de los derechos civiles. Ella quiere cambiar el mundo, no formar a la siguiente generación para que logre la igualdad, no de sexo sino de género. Y siempre bajo el lema de “primero se cambian las mentes, luego las leyes”, algo de lo que tristemente queda mucho por avanzar a nivel global.

Lo mejor: que por pequeño que sea, cualquier granito de arena que pueda hacer entrar en razón al “alma de la ley” en favor de las igualdades ya es una gran conquista.

Lo peor: que el desarrollo judicial de su argumento pueda quedar un tanto diluido al tratarse, en concreto, del sistema americano.

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