En el Ártico, la temperatura puede bajar hasta -70° C. En este desierto helado y hostil alejado de todo, un hombre lucha por sobrevivir. A su alrededor, la inmensidad blanca, y los restos de un avión que le ha servido de refugio, vestigio de un accidente ya muy lejano. Con el tiempo, ha aprendido a luchar contra el frío y las tormentas, a cuidarse de los osos polares y a buscar comida.
A estas alturas, los dramas de supervivencia son un género en sí mismos, con películas de todo tipo en su haber donde, normalmente, destacan las interpretaciones protagonistas: Blake Lively en ‘Infierno Azul’, Ryan Reynolds en ‘Buried’, Leonardo DiCaprio en ‘El renacido’ y todo el inolvidable elenco de ‘¡Viven!’ son claros ejemplos de ello.
En ‘Ártico’, debuta en la dirección Joe Penna, y lo hace con el dominio de los recursos, la fotografía y la puesta en escena de un cineasta versado, dispuesto a sacarle todo el jugo al inhóspito entorno y a su actor protagonista, el dotado Mads Mikkelsen.
‘Ártico’ no reescribe ninguna regla del survival, ni se sale del tiesto con ansias de reinvención.
De hecho, Penna huye de los clichés típicos, centrándose en la visión introspectiva de la peripecia del piloto perdido en la nieve por sobrevivir, conservando su humanidad.
Humanidad. Esperanza.
Tan necesarias y fáciles de perder cuando nos vienen mal dadas. A través de la interpretación del magistral Mikkelsen, que habla poco pero dice todo lo que tiene que decir a través de su expresión corporal, la profundidad de su gélida mirada y su tenue voz combinada con el excelente trabajo de sonido, Penna construye una película implacable pero también bella; desoladora pero profundamente humana.
‘Ártico’ no toma atajos, y el nudo que nos crea en el estómago, la sensación real de peligro, las consigue sin ardides encaminados a tocarnos la fibra.
La sinceridad aquí desplegada a algunos les puede parecer fría, incluso aburrida, pero sin duda es mucho más difícil que recurrir a caminos mil veces vistos.
El hombre contra la naturaleza y contra sí mismo. Ni más, ni menos.
Lo mejor: Mads Mikkelsen, la puesta en escena y el uso del sonido.
Lo peor: nada digno de destacar.
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