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‘Downton Abbey’, los albores de la modernidad

La inolvidable familia Crawley y su carismático personal de servicio se preparan para el momento más crucial de sus vidas. Una visita del rey y la reina de Inglaterra desatará una situación de escándalo, romance e intriga que pondrá en peligro el futuro de Downton.

Una de las series con mejor valoración por parte del público y de la crítica a lo largo de la historia de la televisión, ha logrado tener su prolongación para la gran pantalla casi cinco años después de que finalizara su último episodio. La inolvidable mansión que representa los vestigios de la edad de oro de la época eduardiana en la sociedad británica es tratada como un personaje más casi con vida propia.

El responsable de esta interesante continuación no podía ser otro que su creador y guionista Julian Fellowes (‘Gosford Park’, ‘La reina Victoria’), quien vuelve a traer a la vida a los personajes televisivos, además de agregar nuevos referentes que se adaptan al conjunto clásico a las mil maravillas. El escritor de “Esnobs” recompone esta esmerada historia en la que la visita del rey Jorge V y la reina María produce un vuelco inesperado en la mansión, tanto por parte de sus nobles como de su séquito habitual.

‘Downton Abbey’ está dirigida con gran acierto por Michael Engler en su primer largometraje cinematográfico, avalado por la experiencia de haber realizado infinidad de episodios para famosas series de televisión, entre ellos cuatro capítulos de los cincuenta y dos, con los que cuenta esta ficción de época. A su favor ha contado con la larga experiencia de los actores en sus correspondientes papeles durante las seis temporadas de emisión, pero además ha sabido integrar las tramas hacia una misma dirección, dotando de un muy interesante equilibrio a las réplicas y pesos interpretativos de los protagonistas.

Las líneas argumentales presentan la estrecha convivencia entre la variopinta familia Crawley y su servidumbre, contando historias paralelas que se entrecruzan sutilmente en una agradable armonía entre el esnobismo y las propias jerarquías de una época casi extinta, por lo inviable de mantener dominios y séquito.

‘Downton Abbey’ está labrada con excelentes y curtidas interpretaciones corales, que cuentan sus aventuras y desventuras con un fino y elegante humor británico, sin resultar en absoluto empalagosa, sino todo lo contrario, amable e interesante.

Posee una fotografía muy cuidada, esmerada música y, por supuesto, una puesta en escena impecable, desde los mismos emplazamientos reales, hasta el propio vestuario de la época. Es un retrato social medido, reposado y fabuloso.

Esta magnífica revisión de ‘Downton Abbey’, además de ser ideal para seguidores incondicionales que quieran completar la serie con un nuevo capítulo final sin defraudar en absoluto, está perfectamente recomendada a quienes se quieran acercar con curiosidad por vez primera a sus jardines, para acabar disfrutando de cuanto acontece tras sus lujosas paredes con sus ampulosos personajes de ficción histórica. Es encantadora, fina y espléndida, lo cual es muy de agradecer.

Lo mejor: el duelo intrigante entre la magnífica Maggie Smith desbordante de cinismo frente a la firme y decidida Imelda Staunton inmune a sus conjeturas, y todo el conjunto de actuaciones, percibiendo el disfrute interpretativo una vez más en cada uno de sus fotogramas.

Lo peor: que pueda tratarse del final definitivo para el castillo Highclere como el Downton ficticio (al menos admite visitas guiadas), y para unos personajes a los que se les quiere y se les quiso mucho desde el primer minuto.

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