En enero de 1972, la gran Aretha Franklin actuó durante dos días dando un concierto de góspel en la Iglesia Bautista Misionera New Temple en Watts, Los Ángeles, grabando lo que se convertiría en su álbum más vendido, «Amazing Grace». Las sesiones fueron filmadas por un equipo de rodaje liderado por el director Sydney Pollack, pero el material de archivo terminó en una bóveda y ha sido durante 4 décadas uno de los tesoros cinematográficos perdidos de la música del siglo XX. Antes de la muerte de Pollack en 2008, el director expresó su deseo de que se completara la película, y el productor Alan Elliott lo abordó con un equipo de gente apasionada con el proyecto.
Poco más se puede añadir a esta completa sinopsis en la que no hay mayor trama que la grabación de un concierto en directo, que por problemas técnicos ha reposado en el limbo hasta que por primera vez ve el haz de luz en la gran pantalla.
La desincronización de la imagen y el sonido por no utilizar las famosas claquetas ha sido el escollo para montar este documental musical desde sus inicios. Cuando la ayuda de la tecnología digital ha propiciado que se pudieran armonizar, ya no estaban presentes ni el responsable del proyecto ni la propia protagonista fallecida el pasado año.
El director Sidney Pollack había estrenado ‘La fortaleza’ y ‘Danzad, danzad malditos’ dos años antes y se embarcaba en la pre-producción de ‘Las aventuras de Jeremiah Johnson’, cuando Warner Bros. le comentó el proyecto de grabar las imágenes del último disco de Aretha Franklin para el sello Atlantic Records. Ambas compañías pertenecían al grupo Warner Communications, que se animó a fomentar este proyecto tras el éxito cosechado con su otro documental sobre el seguimiento del festival de ‘Woodstock’ y dirigido por Michael Wadleight con tres horas de metraje. Estamos hablando de mucho antes de que los videclips existieran y de uno de los acontecimientos musicales del siglo pasado que juntó innumerables leyendas y grupos musicales bajo un mismo escenario.
Después de abandonar el sello Columbia y tras cinco años de éxitos con Atlantic, la carrera meteórica de la proclamada “reina del soul” regresaba a sus orígenes del góspel con el disco “Amazing Grace” (nombre también de la canción, algo así como “Gracia asombrosa”), interpretando en directo durante dos sesiones en la Iglesia del reverendo James Cleveland, en California, con el trasfondo del movimiento de Panteras Negras y de la segregación racial en Estados Unidos.
Con Cleveland como maestro de ceremonias, introduciendo a la cantante en su púlpito y a las canciones a modo de plegaria, Aretha Franklin deja constancia de su sentimiento religioso como si de un oficio se tratara. “Se la conoce por muchos nombres y se los merece todos”, llega a decir el reverendo mientras canta con ella y la acompaña con el Steinway. Sin olvidar ese increíble The Southern California Community Choir, de contagiosa gestualidad, dirigido por Alexander Hamilton y el grupo formado por Cornell Dupree a la guitarra, Kenny Luper al órgano, Poncho Morales en la percusión, Bernard Purdie a la batería y Chuck Rainey al bajo.
Finalmente ‘Amazing Grace’ cuenta con un sonido extraordinario, limpio y puro, aunque a veces se cuelen ruidos procedentes del directo. Está filmado con cámaras en mano y sin tapujos, en 16 mm, de ahí el grosor del grano y la dificultad de tomar foco en las distancias. E intercala imágenes de los ensayos para dejar un producto fino y redondo.
Alan Elliott ha sido el responsable de terminar todo el proyecto casi cincuenta años después, con una producción que además ha contado con la intervención de Spike Lee.
Tanto para quienes la conocen como quienes no han escuchado nunca a Aretha, esta es una formidable oportunidad de disfrutar de su portentosa voz como una bendición para el alma. Pero además, el documental es pureza musical sin desvirtuar, presenciando el espectador un acontecimiento único, en el que se aprecian gestos ocultos.
‘Amazing Grace’ es emotiva, espontánea y te deja con los sentimientos al aire, a poco que tengas un oído musical. Una delicia para los sentidos, y una joya catalogada como un curioso y excepcional diamante negro
Lo mejor: ella y su voz, y en segundo plano asistir al concierto y al rodaje de un documento sin par.
Lo peor: la imagen, el concepto no estaba preparado para que fuera apreciado tanto tiempo después, pero bien es cierto que esa solera le confiere un mayor valor al encuentro.