Henry Brogan es un asesino de élite que se ve súbitamente señalado y perseguido por un joven y misterioso agente que parece ser capaz de predecir hasta el último de sus movimientos.
Hasta llegar y sobrepasar a la oveja Dolly -y aquellos otros seres reproducidos bajo la sombra de la perfección biológica y pendientes de desclasificación en el enigmático mundo científico-, las películas sobre réplicas humanas se han sucedido para intentar aplacar la angustia vital del ser humano en sus múltiples facetas. Obviando los singulares reptiles del ‘Parque Jurásico’, otros duplicados han elucubrado sobre las nefastas consecuencias de jugar a ser Dios. De ‘Los niños del Brasil’ a ‘Oblivion’, por citar un par de ejemplos (aquí no cuentan las vainas de ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ por su origen alienígena), siempre nos ha encantado la idea de disponer de una copia para que se presentase a esos exámenes que no teníamos preparados y, a la vez, nos ha asustado la posibilidad de que nos pudiera suplantar ante un deseado encuentro amoroso. Pero cuando hablamos de alguien con personalidad dual de géminis, la cosa se complica más.
Tanto la película como su director contienen un poco de todo esto. La alternancia de Ang Lee a la hora de dirigir ha desarrollado dos tipologías cinematográficas claramente diferenciadas. Dos aspectos de una misma moneda: en sus inicios muestra una cara más sensible con ‘Sentido y sensibilidad’, ‘Tigre y dragón’, ‘El banquete de boda’, ‘Comer, beber y amar’, ‘Brokeback mountain’, y la otra más reciente y más técnica que engloba sus últimas producciones, como son ‘La vida de Pi’, ‘Billy Lynn’ o la actual ‘Géminis’. En estas, el director taiwanés experimenta las últimas tecnologías con un verdadero 3D que evoque a la más fascinante fantasía onírica, con un hiperrealismo visual que nos lleve hasta el mismo campo de batalla, o con una fusión de ambos aspectos que logra clonar al actor reinterpretándose en el filo de lo casi imposible (atención a lo último de Scorsese).
Will Smith representa una oda al ego multiplicada por dos. Por una parte, la dualidad de su trabajo consiste en interpretar a un asesino que limpia el mundo de mala gente, a punto de soltar el rifle para descansar en paz. Y por la otra, estriba en actuar con la técnica de captura de imagen en movimiento para hacer de sí mismo pero con treinta años menos, mediante un avanzado maquillaje digital, e interactuar en los mismos planos y coreografías con asombrosa genialidad. A diferencia de ‘Looper, ’donde dos actores hacían del mismo personaje a la vez con diferentes edades, aquí se complica inexorablemente al ser el mismo actor quien se adapta a la piel de ambos papeles para descifrar quién es el mejor de los mejores asesinos.
Este concepto de recrear una actuación digital perfecta se viene desarrollando desde tiempo atrás (sobre todo en la industria de los videojuegos), siendo Andy Serkis uno de los principales referentes con su Gollum en El Señor de los Anillos o el primate líder en la trilogía del Planeta de los Simios. Jerry Bruckheimer, productor de ‘Géminis’, ya lo había utilizado para la saga de Piratas del Caribe o las Tortugas NInja. Star Wars, Avatar y Alita, las de Marvel, y cualquier película de acción que se precie, ya lleva intrínseca esta tecnología. Lo curioso aquí es que se ha logrado la perfección en la recreación del rostro humano. El siguiente paso será prescindir de los actores… Tiempo al tiempo.
Lo más singular de ‘Géminis’ radica en la conjunción por haber utilizado una fabulosa calidad de imagen rodada en 4K tridimensional, a lo que se le ha añadido una velocidad de vértigo para el rodaje con 120 fotogramas en cada segundo (lo habitual es tan solo 24 fotografías). El resultado es impresionante, solo falta poder tocar al actor. El premiado Dion Beebe (‘Chicago’, ‘Memorias de una geisha’, ‘Collateral’, ‘El regreso de Mary Poppins’), es el responsable de todo ello, y desde luego el impacto visual que logra le hace merecedor del máximo reconocimiento en su categoría.
Destaca una banda sonora muy interesante por mantener la acción y el suspense en sus melodías, y que parece salida de una partitura de Hans Zimmer. Su verdadero compositor Lorne Balfe (‘Sherlock Holmes: Juego de sombras’, ‘Megamind’, ‘Misión Imposible: Fallout’), fue colaborador habitual del primero, de ahí ciertas reminiscencias al ser de similar escuela.
Toda la atención de ‘Géminis’ va dirigida a una realización impecable por parte de Ang Lee, utilizando una técnica visual maravillosa (se recomienda disfrutarla en 3D+, según se empieza a denominar a este nuevo avance y que puede significar una nueva era cinematográfica). Cuenta con el habitual carisma de Will Smith por partida doble, y con una historia que se merecía le hubieran dado una vuelta más para estar a la altura de lo ya mencionado. El resultado es una película de acción trepidante, con coreografías fantásticas y unos efectos visuales casi sin precedentes.
Lo mejor: la parafernalia iconográfica y el logro que se obtiene de conjugar diferentes avanzadas tecnologías; es impresionante si se ve en una sala preparada para este tipo de proyección.
Lo peor: en medio de todo el alarde visual descrito, queda un poco deslucido que se acelere y ralentice caprichosamente la imagen de la misma toma. Y que lo visual pueda eclipsar un tanto las interpretaciones del resto de actores.