Aventurarse en lo desconocido, incluso para una reina tan fuerte como Elsa, exige coraje, pasión, valor, imaginación… y tampoco vendría mal algo de magia. Junto con Anna, Kristoff, Olaf y Sven, emprenderá un peligroso y fascinante viaje más allá de Arendelle para descubrir por qué nació con esos poderes.
Por alguna razón difícil de explicar, son muchas las voces que, desde su estreno, se han ido posicionando en contra de la primera (e impecable) ‘Frozen’, convirtiéndola en carne de memes, críticas y cachondeo generalizado.
En estos tiempos descreídos, cualquier película con aspiraciones de simple diversión, blanca en su contenido, de perfecta factura y amable mensaje, es percibida con recelo.
Por suerte, Disney (sin que sirva de precedente en un gigante milimétrico en sus acciones) no ha abrazado el cambio y ‘Frozen II’ transita los mismos caminos que la primera, desarrollando la historia de Elsa y Anna a través de una secuela excelente en lo técnico, divertida y plagada de mensajes de amor, superación, amistad y la necesidad de lidiar, y aprender, del pasado.
Entre canciones y ocurrencias (atentos a las diversas puyitas de diversa índole, orientadas a los adultos de la casa, que lanza el adorable Olaf y el cachondísimo número musical en solitario de Kristoff), ‘Frozen II’ abunda en el camino a la madurez de sus protagonistas, obligados a tomar decisiones y enfrentarse a un pasado idealizado y casi convertido en inmaculada leyenda.
No hay insondables conflictos emocionales, claro está, y las navideñas intenciones de la película son evidentes.
Pero que el mensaje sea claro, que no exista un villano sobrenatural al que enfrentarse (bastante tenemos con los humanos y sus cosas) no lleve a engaño al espectador: ‘Frozen II’ suma y consigue dar al público algo más que un pretexto para llenarse los bolsillos.
Con tanta crispación y guantazos que nos llevamos a diario; con tantas interpretaciones interesadas de la convivencia y la realidad; con tanta convulsión generalizada… Se agradece una cinta vibrante, graciosa, a ratos ingenua, siempre ingeniosa y portentosa en su acabado visual, técnico, musical y artístico, ideal para las fiestas que se avecinan donde, la mayoría, tendemos a ser un poco más alegres que el resto del año.
Arendelle está precioso en esta época… ¡pero abríguense!.
Lo mejor: la moraleja.
Lo peor: los más pequeños no captarán todos los mensajes.
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