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‘Midway’: destrucción sin contenido

Póster de Midway

Año 1942, Segunda Guerra Mundial. Después del devastador ataque sorpresa que destruyó Pearl Harbor, la Armada Imperial Japonesa se prepara para un nuevo ataque. Pero el Almirante Nimitz (Woody Harrelson) y Dick Best (Ed Skrein), el mejor piloto de la armada estadounidense, preparan un contraataque al imponente ejército japonés. Dick encabezará un ataque masivo que hará que Japón se dé cuenta de su error. Una decisión que cambió el curso de la historia para siempre. Mientras estos dos titánicos enemigos emprenden una letal batalla para cambiar el rumbo de la guerra, todas las miradas se vuelcan hacia la remota isla de Midway, donde una serie de impactantes ataques aéreos y marítimos pondrán a prueba la potencia y la fortaleza de ambas naciones.

Está claro que a Roland Emmerich le fascina destruir cosas, y ha basado la mayor parte de su carrera en enfrentar al ser humano con gestas imposibles donde todo, y todos, volaban por los aires.

Ya fuera contra bichos enormes (‘Godzilla’), catástrofes naturales (‘2012’, ‘El día de mañana’), despiadados alienígenas (‘Independence Day 1 y 2’, ‘Stargate’) o, aquí, la maldita Guerra que forma (y formará, a menos que nos reiniciemos de repente) parte de la historia humana. 

‘Midway’ es una película más de Emmerich, con todo lo bueno y lo malo (que no mejora con la edad, sino todo lo contrario) que conlleva. 

Así, durante dos horas largas (que se hacen muy largas), presenciamos los movimientos, tejemanejes políticos y acontecimientos que desembocaron en la batalla de Midway, a través de las vivencias de los personajes reales (pasados por el efecto Biopic, algunos hasta la caricatura como el ‘muecas’ interpretado por Dennis Quaid) que formaron parte de la bélica odisea.

Cuando la cosa se pone seria y dramática, no hay por dónde coger a ‘Midway’. 

El guion de Wes Tooke está lleno de clichés parlantes, acrecentados por las interpretaciones de algunos actores que son, pero aquí no lo parecen, como el ya citado Dennis Quaid, Ed Skrein, Luke Evans, Alexander Ludwig y Aaron Eckhart (al que solo le falta pasear una banderita de Usa como Homer Simpson); y otros que lo intentan pero saben que la cosa no da para más (Patrick Wilson, Woody Harrelson y Mandy Moore).

Como mastodóntica pseudo-docuficción militar y patriótica, ‘Midway’ salva los  muebles cuando hay pirotecnia, pese al exceso del CGI lastrado por las estrecheces del presupuesto y su alma de Serie B que abraza en todo momento, incluso cuando no le conviene.  

Para apuestas hollywoodenses sobre el tema, la Batalla de Midway original o la aledaña ‘Pearl Harbour’ de Michael Bay que tenía, aunque parezca increíble, personajes mejor escritos, mejores efectos visuales, sentido del humor y algo de entidad dramática.

Dicho esto, háganse una idea de lo que el señor Emmerich quiere vendernos con ‘Midway’.

Lo mejor: la batalla que le pone nombre.

Lo peor: es imposible empatizar con estos héroes de cartón piedra en la película, aunque su sacrificio en la vida real fuera mayúsculo.  

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