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‘Underwater’: clichés abisales

Póster de Underwater destacada

Póster de Underwater

Una tripulación de seis integrantes quedan atrapados en una instalación submarina que se está inundando a gran velocidad como consecuencia de un sismo devastador. Su única oportunidad para sobrevivir es caminar a través del suelo marino hasta una lejana plataforma petrolífera abandonada. Además de los retos físicos que implica el viaje, descubren rápidamente que están siendo cazados por depredadores marinos míticos y monstruosos, dispuestos a matarlos.

En la oscuridad (del espacio, de una casa, de la calle, del alma… o de las profundidades marinas) no sabemos qué podemos encontrar. Y no hay nada que nos dé más miedo que lo desconocido.

Durante años, el cine ha explotado este miedo primario, dotando la oscuridad y la incertidumbre de diversos y letales moradores alienígenas, naturales (los peores) y sobrenaturales, a través de obras maestras (Alien, Tiburón), notables (Deep Rising, Leviathan, Piraña) y que cumplen la papeleta lo mejor que pueden, reciclando las ideas de otros.

En la tercera liga juega ‘Underwater’ que, durante una hora y media de intermitente tensión, buenos efectos visuales, una solvente banda sonora y el lacónico carisma de Kristen Stewart nos trae la enésima desventura de una tripulación cortapegada que las pasa canutas frente al bicho (también cortapegado) de turno. 

No hay lugar para el respiro en la película de William Eubank, que coge velocidad desde el minuto uno dejando que pensemos lo menos posible mientras nos agarramos a la butaca, sobresalto ya visto tras sobresalto ya visto que van perdiendo fuelle conforme avanza la historia, hasta el clímax final que, igualmente, hemos visto cientos de veces.

La originalidad no es el punto fuerte de ‘Underwater’, pero sí su falta total de pretensiones y el hecho de ofrecer justo (justísimo) lo que se espera de ella, sin salirse ni un milímetro por la tangente: hora y media de acción, tensión, bichos y abnegados y obligados (por las circunstancias) actos de supervivencia y humanidad.

Cada personaje está dibujado sobre antiguos patrones (incluida la ‘Ellen Ripley 2.0’ de la solvente Stewart), que apenas se desarrollan más allá del mínimo imprescindible para que nos importe entre algo y nada lo que les pase.

Como pura y dura evasión de tarde de sábado, cumple a la perfección. Pero se echa de menos algo más de imaginación, aunque sea a costa de sacar el pastel del molde antes de hornearlo. 

Puede salir raro, pero igual vale la pena si está delicioso.

Aquí, está todo más cocinado, conservado y probado que un bollo industrial… de los que van envueltos.

Lo mejor: los aspectos de producción, la banda sonora, Kristen Stewart y… que no aburre.

Lo peor: no encontrarán ni una sola idea original.

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