Una mirada reveladora hacia el más poderoso y controvertido imperio mediático de todos los tiempos y la explosiva historia de las mujeres que derribaron al infame hombre que lo creó.
Roger Ailes, fallecido un año después de los acontecimientos que en esta película se narran, fue el fundador y presidente de la poderosa cadena televisiva Fox News, grupo empresarial que curiosamente no se incorporó a la cesta de la compra de Disney. Tras veinte años al mando del crucero ideológico conservador de los Murdoch, cosechando éxitos empresariales y políticos, fue demandado por acoso sexual y, tras los pertinentes acuerdos económicos, separado de la compañía. Una historia de dominio y de poder.
El director Jay Roach (las dos primeras de Austin Powers, y las dos de ‘Los padres de Ella’ y de él; ‘Trumbo: La lista negra de Hollywood’), recupera al hilo de la actualidad del movimiento #MeToo, y por supuesto se aleja de cualquier tono de posible comedia anterior para presentar ‘El escándalo (Bombshell)’. El guion lo aporta el prestigioso y combativo Charles Randolph (‘La vida de David Gale’, ‘La intérprete’, ‘La gran apuesta’).
El argumento (que ya cuenta con un documental ‘Divide y triunfarás. La historia de Roger Ailes’ y con la cobertura televisiva en la serie que interpreta Russell Crowe en ‘La voz más alta’), aporta un punto de vista más inclinado hacia el lado de la balanza de las chicas. Figurines de tacón alto, siempre falda por encima de las rodillas, magníficamente entalladas y con mucha inteligencia. como para arrebatarse el reino entre sí a mordiscos profesionales. Las tres narran directamente a la lente de la cámara los acontecimientos para involucrar y hacer partícipe al público del verdadero enemigo común.
Charlize Theron, Nicole Kidman y Margot Robbie están geniales en sus roles, que nadie lo ponga en duda. Pero es que también está soberbio John Lithgow enfundado en esa gruesa piel del todopoderoso sin escrúpulos para solicitar ciertas atenciones que se exceden del mérito profesional.
Además cuenta con intervenciones por parte de grandes artistas de la talla de Kate McKinnon, Allison Janney, Malcolm McDowell, Alice Eve, Richard Kind o el propio Donald Trump, en este último caso no como actor precisamente, aunque sí como candidato a la Casa Blanca a través de declaraciones públicas reales. Lo de Trump, las mujeres y los tweets daría al menos como para una película a parte.
‘El escándalo (Bombshell)’ es dinámica y atrevida, como una jugada de póker con este trío de reinas en un emporio de noticias paranoico donde “para prosperar tienes que mamar” en todas las acepciones de la expresión.
En un entorno en el que “el pescado se pudre por la cabeza” (llámese Ailes en Fox News, Moonves en CBS, Weinstein en Miramax…), también muestra féminas dando un valiente paso al frente para combatir la cosificación y el servilismo mediático, en que se admite abiertamente aquello de “¿cómo crees que una mujer consigue un programa de máxima audiencia?”.
Por encima de maniobras sexuales por alcanzar prestigio, conductas inapropiadas, vejatorias y de poder, claramente reprobables, sobrevuelan buitres a gran altura que juegan con la conveniencia informativa de los hechos. Son capaces de mover grandes cantidades de dinero en operaciones comerciales de cualquier índole, para llenar o vaciar los bolsillos con artificios invisibles. Siempre hay alguien que se beneficia, muy por encima del dolor ajeno. Y esos escándalos también deberían ser denunciados, como tantos otros que se esconden bajo la punta del iceberg. El problema es que no hay suficiente justicia para tanta canallada.
Recordando la moraleja resultante de ‘Estafadoras de Wall Street’ por aquello de justificar lo de “quien roba a un ladrón…” frente al presente ejemplo de ‘El escándalo (Bombshell)’, la diferencia entre ellas y ellos, ellos y ellas, radica principalmente en a qué altura tienen el cerebro, unas y otros.
Es no querer buscar una aguja sino no querer encontrarse con mil ocultas en un pajar.
Lo mejor: las interpretaciones de sus cuatro protagonistas, ellas y él, las caracterizaciones, el maquillaje y una excelente puesta en escena.
Lo peor: que bajo el interés por los efectos de los fuegos artificiales mediáticos (de ahí el nombre de ‘Bombshell’), de este tipo de sucesos no se preste la suficiente atención social a tantas personas anónimas que padecen en su silencio esta pandemia sexual.