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‘Manhattan sin salida’, caza de polis

Andre Davis es un policía de Nueva York que ve la oportunidad de redimir su pasado cuando ocho oficiales de la policía son asesinados durante un robo. Con ayuda de su compañera Frankie, inicia una brutal persecución con el fin de encontrar a los culpables y, por primera vez en la historia de Manhattan, la ciudad quedará blindada y en las próximas 24 horas nadie podrá entrar ni salir de la isla. Pero Andre no cuenta con descubrir una conspiración que implica a la propia policía.

Los cuerpos de seguridad siempre han sido un buen reclamo para la gran pantalla. Pueden ser héroes o villanos, ser ambos a la vez, o incluso pasarse del lado oscuro a un “blue-cop”, digamos, más celeste. Aquello tan recurrido de “poli bueno, poli malo” tiene mil y una versiones, que derivan principalmente por sus persecuciones constantes contra el crimen, organizado o improvisado, da igual. Y claro, como humanos que son, también pueden tropezar dos veces con la misma tentación e incluso caer en ella mediante el irresponsable entendimiento del “servir y proteger” a cambio del lema “servirse y protegerse” para su propio beneficio.

‘Manhattan sin salida’ es una breve historia de justicia y venganza, de fe ciega en el deber sin omisión ni de hacer como que se mira para otro lado. Su cronología no va más allá de una sola noche, cuando las calles duermen y el asfalto está mojado tal vez por el ajetreo de la vida diaria o posiblemente porque derrapan mejor los vehículos en las escenas de acción.

La isla de Manhattan depende de 21 puentes (ese es su título original), que la conectan con el exterior. El celo policial de Andre (Chadwick Boseman, mucho más serio que su ‘Black Panther’, y quien también ejerce de productor junto a los hermanos Russo), y su eficacia para atrapar a los de peor calaña, le permiten cerrar a cal y canto el distrito, a fin de encontrar a los malhechores que van dejando un sangriento reguero de polis por sus calzadas.

En la aventura irá acompañado por la chica de narcóticos, una Sienna Miller (’El francotirador’, ‘Z. la ciudad perdida’, ‘Foxcatcher’), que hace lo que le permite el guión entre tanta testosterona impregnada en la placa tras años de servicio.

Taylor Kitsch (‘El único superviviente’, ‘John Carter’), y Stephan James (‘El blues de Beale Street’, ‘El héroe de Berlín’), dan vida a los representantes del gremio de malotes, que por dar un golpe en el lugar equivocado, tendrán al acecho todo el peso de la ley -y más-. Cuestión de suerte o trampa, asumirán el rol del ratón por esquivar las embestidas del felino que les pisa los talones. Por último, el ambivalente J.K. Simmons (‘Día de Patriotas’, ‘Whiplash’), jefe de policía y uno de los promotores de “el fin justifica los medios”, para parar a los delincuentes golpeandoles con su mejor baza, la pantera justiciera que “nunca dispara primero”.

Dirigida con buen criterio por el televisivo Brian Kirk en su primera producción para la gran pantalla, ‘Manhattan sin salida’ es una película más de polis y cacos, resuelta, y sin mucho misterio más que la acción y las poses que permite la contrarreloj nocturna. Una entretenida versión de ‘Solo ante el peligro’, que deja un puñado de frases para la gloria del estilo de “ser policía no es una opción, está en el ADN”. Un cuidado western nocturno con vaqueros con placas de agentes de la ley en la ratonera de Manhattan, y en una animada persecución para blanquear un millón de dólares, bastante disfrutable.

Lo mejor: la puesta en escena y una muy cuidada fotografía.

Lo peor: la verosimilitud del argumento y de algunas interpretaciones que distan algo de lo que alguna vez pudieron haber ofrecido, ya que el ritmo frenético da la sensación de que se lo va comiendo todo.

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