Gemma (Imogen Poots) y Tom (Jesse Eisenberg) son una joven pareja que se ha planteado la compra de su primera casa. Para ello visitan una inmobiliaria donde los recibe un extraño agente de ventas, que les acompaña a Yonder, una nueva, misteriosa y peculiar urbanización donde todas las casas son idénticas, para mostrarles una vivienda unifamiliar para ellos. Volviendo de la visita, quedan atrapados en una laberíntica e interminable pesadilla surrealista.
Lo mejor que se puede decir de la película de Lorcan Finnegan es que, al finalizar, hay tantas incógnitas sobre sus pretensiones, como minutos de vistoso metraje.
¿Estamos ante una reflexión sobre la falta de humanidad y soledad inherentes a la vida en los suburbios?.
¿Estamos ante una perversa fábula sobre el matrimonio y la maternidad?.
¿Estamos ante una crítica al ‘modelo vital’ que la sociedad occidental exige a sus habitantes, al querer cortarnos a todos por el mismo patrón, y meternos a presión en el mismo saco?.
¿Estamos ante un thriller de ciencia-ficción low cost visualmente intachable, en la línea de otras joyas del género como ‘Coherence’ y ‘Cube’?.
La respuesta a todas las preguntas es siempre afirmativa, pero nunca tajante ya que ‘Vivarium’, quiere tocar todos los palos, sin tocar ninguno al completo.
Gracias al excelente trabajo detrás de las cámaras de Finnegan, las magníficas interpretaciones de Imogen Poots y Jesse Eisenberg, una fotografía tan cálida como desoladora y un metraje contenido (aunque un tanto alargado para contar la historia), la cinta trascurre en un suspiro hasta su apabullante clímax, que nos deja tan destrozados, aturdidos y emocionalmente malogrados como a sus protagonistas.
En estos tiempos distópicos que nos está tocando vivir, nunca está de más una propuesta de género tan genuina y arriesgada (con todos sus pros y contras) como ésta.
No es perfecta. Le falta pulir muchas aristas y responder a alguna que otra de las decenas de incógnitas que plantea, para que resulte cien por cien satisfactoria.
Pero sus cien minutos son agradecidos, y dejan un poso (amargo), que va más allá del visionado.
En poco tiempo, será una película de culto.
Bienvenidos al vecindario más chungo e infernal que pueden pagar para vivir… como todo el mundo.
Disfruten.
Lo mejor: te atrapa y no te suelta.
Lo peor: es poco agradecida con el espectador, al dejarle demasiadas incógnitas tras un viaje fascinante, pero emocionalmente demoledor.