Un hombre desesperado que posee poderes especiales se enfrenta a la policía tras cometer un delito menor. Adaptación al largometraje del corto homónimo dirigido por Jeff Chan en 2016.
Desde el inagotable catálogo de Netflix llega a España ‘Code 8’, que adapta el cortometraje de Jeff Chan, aquí también detrás de las cámaras, con un digno resultado.
Los dos millones de dólares de presupuesto lucen fantásticos en este indie de ciencia-ficción que combina superpoderes con atracos, lucha de clases, bajos fondos, denuncia social, dilemas ético-tecnológicos y un drama humano donde el protagonista siempre se encuentra, cual funambulista, manteniendo el equilibrio entre la fina línea que separa el bien del mal.
Durante noventa minutos ajenos a mirar el reloj, Jeff Chan gestiona muy bien los momentos de pura acción (brillantes en su despliegue, sobre todo al contar con un presupuesto tan justo para una cinta de género) con el desarrollo de los personajes (esteriotipados, sí, pero lo suficientemente dibujados como para que nos importen sus destinos, sobre todo en cuanto al dúo de Stephen y Robbie Amell, que despliegan aquí sus mejores interpretaciones hasta la fecha, y la joven pero solvente Kyla Kane), donde veremos a un sinfín de curtidos secundarios conocidos para todos los amantes de la pequeña pantalla.
‘Code 8’ es de esas películas que Netflix saca de vez en cuando, y merece la pena ver.
No juega en la liga de ‘Aniquilación’, ‘Upgrade’ o la reciente sorpresa de ‘El hoyo’, pero sí se habla de tú o tú con ‘El lado siniestro de la luna’, ‘Mute’, ‘A ciegas’, ‘I am mother’ y otras estimables de la plataforma.
En estos momentos de cuarentena y distopía vital diaria, una imaginada, apegada al realismo visual, tecnológicamente cercana y (en su mayoría, a poco que se sustituyan los poderes por inmigración, mano de obra barata, el miedo a lo desconocido etc) plausible, se disfruta con facilidad.
Lo mejor: lo bien que luce el escaso presupuesto.
Lo peor: el apresurado y convencional desenlace.