Tyler Rake (Chris Hemsworth) es un intrépido mercenario del mercado negro sin nada que perder que recibe un encargo muy peligroso: rescatar al hijo secuestrado de un capo de la mafia que se encuentra en prisión. En el turbio submundo de los traficantes de armas y los narcos, una misión que se preveía letal pasa a convertirse en un desafío prácticamente imposible que cambiará para siempre las vidas de Tyler y el chico.
Primero, lo incontestable, y bienvenido: la película de Sam Hargrave hace de la acción un arte, con piezas de altísimo voltaje, un plano secuencia (trucado, probablemente) de once gloriosos minutos y la primera mitad del filme, digna de colocar entre lo mejorcito que Netflix ha dado al género.
Se nota que el debut del director brilla donde ha desarrollado su carrera: en el terreno de los especialistas.
Segundo: Chris Hemsworth como Bestia parda capaz de regar de cadáveres las asquerosas calles de Dhaka, atestada ciudad de Bangladesh donde el australiano reparte a diestro y siniestro en la más pura tradición matarilesca de John Wick (eso sí, sin el estilazo de éste).
Como Actioner puro, tieso como un palo y duro de pelar, Hemsworth se posiciona como uno de los valores más seguros del panorama actual.
Y hasta aquí todo lo bueno de ‘Tyler Rake’, que patina sin remisión en lo que diferencia a una película estimable y brillante en casi todo su apartado técnico (inexplicable que en pleno siglo XXI, en una película de 65 millones de dólares, canten los efectos digitales de explosiones y vehículos como cantan aquí. Sobre todo si los confrontamos con los convincentes CGI de otro estreno reciente, de solo dos millones, como ‘Code 8’): el libreto y el dibujo de los personajes.
Tyler Rake es un tipo destrozado que prefiere morir a seguir vivo, y busca la Parca asumiendo misiones muy peligrosas, motivado por una tragedia personal que te tienes que creer sí o sí, y obviarla para disfrutar de la acción.
Buscar la muerte es una opción, pero alguien tan curtido, capaz, valeroso y aparentemente inteligente, bien podría encontrar opciones para enfocar su tragedia lógicas, humanas y encaminadas a una redención coherente (no la que vemos aquí, que no hay por dónde cogerla dado el bagaje del personaje).
Joe Russo (sí, la mitad del tándem que nos trajo lo mejor del UCM Marvelita) firma aquí un guión imposible, incluso para una película con claras intenciones de divertir bala va bala viene. Hubiera colado si se adopta desde el inicio la estética estilosa y fantástica de John Wick, pero no si anclas tu relato a un oprimente entorno real que Rake y el pobre chaval afrontan en Bangladesh.
Hemsworth cumple con creces en su lado mamporrero, pero Rake no tiene sustrato dramático que pueda explotarse, sin cachondearse de por medio. Tampoco su equipo de figurantes, los narcos de videojuego o el tosco personaje interpretado por David Harbour.
Solo funcionan bien dos: el niño que protege y, sobre todo, el que le persigue.
Pese al endiablado y virtuoso despliegue visual (punto para la fotografía de Newton Thomas Sigel), que bien vale su visionado, ‘Tyler Rake’ es otro producto semifallido de Netflix, en este caso, aunque se puede aplicar a cualquiera que descuide el fondo en pos de la forma.
Sin un guión a la altura (por muy esquemático que sea, que hablamos de cine de acción), no hay película.
Lo mejor: el plano secuencia, la acción a raudales y la presencia física de Hemsworth. Cuando el debutante Sam Hargrave se dedica a explotar lo que conoce, no hay un pero.
Lo peor: algunos CGI y el libreto de Joe Russo.