Un grupo encubierto de mercenarios inmortales liderado por una guerrera llamada Andy (Charlize Theron), ha luchado para proteger el mundo durante siglos. Pero cuando el equipo es reclutado para ejecutar una misión de emergencia y sus extraordinarias habilidades salen a la luz, Andy y Nile (Kiki Layne), la soldado más joven en unirse al grupo, tendrán que ayudar a sus compañeros a eliminar la amenaza de aquellos que buscan replicar y beneficiarse de sus poderes a toda costa. Basada en la aclamada novela gráfica creada por Greg Rucka y dirigida por Gina Prince-Bythewood (Love & Basketball, Beyond the Lights), La vieja guardia es una historia cruda y llena de acción que muestra que vivir para siempre es más difícil de lo que parece.
El triunfal retorno de Charlize Theron al género de acción, donde nos ha dejado personajes tan inolvidables como Furiosa, es también la mejor película de género de Netflix en lo que va de año, superando con creces en conjunto a la espectacular pero dramáticamente vacía ‘Tyler Rake’, de Chris Hemsworth.
Basada en la novela gráfica de Greg Rucka (encargado también del libreto), la película de Gina Prince-Bythewood se las arregla para entregar una película con espectaculares, sangrientas y contundentes coreografías de acción (donde Theron sigue siendo un portento físico al que temer), y un desarrollo de personajes lo suficientemente elaborado como para que nos importen sus destinos.
Los inmortales de ‘La vieja guardia’, están tocados en lo más hondo, tras siglos de experiencias donde han visto morir a seres queridos, y participado (para bien) en los peores conflictos de la humanidad.
Al igual que el siempre taciturno y atribulado Connor MacLeod de ‘Los Inmortales’, Andy y su equipo sienten el peso de los acontecimientos, enfrascados en una cruzada sin fin para mejorar un mundo siempre dispuesto a autodestruirse.
Balanceando la pirotecnia con los momentos íntimos, la directora aprovecha al tesoro Theron, que igual reparte a diestro y siniestro con absoluta credibilidad, que nos emociona con el hastío, desdicha y desazón enmarcados en la profundidad de su mirada azul.
La sudafricana se ha ganado un lugar perdurable en lo más alto de Hollywood, y con apenas 44 años y mucho por decir, atesora una de las carreras más sólidas de la industria.
‘La vieja guardia’ también nos entrega (y esto es más raro de ver, pues Hollywood es mucho de cuotas pero poco de retratar relaciones reales) una relación homosexual natural (atentos al momentazo en el camión de los malos), sin tirar de tópicos manidos que perjudican más que ayudan, apoyando la inclusividad de la mejor manera posible. Da gusto ver a dos personas que se quieren, y a otras que las tratan como tales.
Una película que nos mantiene pegados al asiento sin mirar ni un segundo las agujas del reloj.
Y al terminar nos preguntamos, una vez más, por qué este tipo de espectáculos no se estrenan (en condiciones normales, no las actuales) en cines y, a la vez, asumimos el hecho de que las buenas películas aguantan y se disfrutan, en lo esencial, en cualquier plataforma.
Lo mejor: aparte de la sangre, las balas y los guantazos, hay personajes trabajados de los que preocuparse.
Lo peor: en condiciones normales, Netflix debería estrenar películas con aspiraciones taquilleras en cine, y luego incluirlas, en exclusiva, en su catálogo.