Olavi Launio (Heikki Nousiainen) es un veterano galerista obsesionado por un misterioso retrato, El anciano negociante de arte, en otros tiempos muy respetado, ha sido ahora olvidado por la corporativización de la industria. Separado además de su familia, Olavi espera que el cuadro, un icono infravalorado por el resto, haga volver su fortuna.
El mundo del arte actual es una jungla, donde sólo los más fuertes, avispados, taimados, y normalmente carentes de escrúpulos, sobreviven y prosperan hasta lo más alto.
‘El artista anónimo’ nos presenta a Olavi Launio, un viejo galerista socarrón, egoísta y puñetero, olvidado por una industria cada vez más carente del alma que inspira a los artistas en sus obras magnas. En horas bajas, Olavi encuentra un cuadro con enorme potencial, que le llevará a vivir su última gran aventura para volver a la cima.
La cinta de Klaus Härö presenta la historia del crepuscular Olavi con estilo, arropada por una banda sonora trufada de música clásica, una producción sobria anclada a la realidad, Helsinki en todo su atrayente esplendor y actores decididos, y dedicado a avivar personajes que sintamos como reales.
Olavi es el ejemplo viviente de ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’, reacio a abrazar el progreso y adoptar sus indudables ventajas a su forma de vivir y trabajar; un pez fuera del agua que vive de recuerdos, heridas y errores pasados, en un mar desconocido para él, e infestado de tiburones.
La película funciona evitando la lágrima fácil, y vuela más alto cuanto más auténtico es el difícil galerista en sus relaciones con amigos y familia. Olavi no es simpático ni carismático. Es un experto en su campo, pero éste ha cambiado y se ha ampliado tanto por las nuevas tecnologías, que no sabe cómo moverse en un terreno donde antes caminaba sin miedo e imperaba el conocimiento.
Al final de la película, Launio (excelente interpretación de Heikki Nousiainen) se reconcilia por fin con los últimos años de su vida, sanando heridas abiertas y protegiendo a los que más quiere con un legado perdurable.
‘El artista anónimo’ no nos cuenta nada nuevo, pero lo hace de forma tan sobria, exquisita y (cuando debe serlo) emotiva como la inenarrable sensación de contemplar arte.
Lo mejor: la puesta en escena, Heikki Nousiainen y la socarronería de Olavi.
Lo peor: no cuenta nada nuevo.