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‘Lúa vermella’, náufragos de un mar indómito

A Nando Lestón por hacerme sentir cada día un poco más parte de Galicia

En un pueblo de la costa gallega el tiempo parece haberse detenido. Todas las personas están paralizadas aunque sus voces se pueden oír: hablan de fantasmas, de brujas, de monstruos. Al lugar llegan tres mujeres buscando al Rubio, un marinero del pueblo que ha desaparecido en el mar.

Revisaba hace muy poco un querido amigo -y más hermano- las andanzas del paciente y divino Odiseo allá por el Egeo. Comentábamos la astucia del protagonista y la poca pericia para poder regresar a la patria durante tantos años de ausencia, quien sabe si por la falta de morriña de volver al lado de la fiel Penélope. En su periplo por las islas griegas muchos de sus compañeros guerreros perecieron en aguas del Mediterráneo. Tal vez ésa sea una de las principales similitudes para construir la leyenda celta.

La mar es para quienes la aman, dicen. Atesora infinitos mitos, héroes y tragedia. Si establecemos cierto paralelismo entre el Mediterráneo y el Atlántico, el Egeo sería a la Costa da Morte la misma correspondencia. Y los combatientes equivaldrían a los sacrificados marineros que día tras día lanzan sus redes al mar. Manuel Tajes, apodado el Rubio de Camelle, es el Ulises moderno que rescató 42 cadáveres ahogados. De tantos otros que desaparecieron un día y negaron cualquier despedida de duelo a seres queridos con vida. De ahí a un paso de la fantasía y la tradición, a golpe de costumbre. Animales fantásticos, bestias abisales, y monstruos que se alimentan de ánimas a cambio de otros sacrificios.

En la segunda película Lois Patiño (‘Costa da Morte’) se refleja ese universo onírico gallego. No es un documental al uso, no es responde a un argumento concreto, no refleja sentimientos. Pero sí intenta llegar al alma, a la esencia, al aroma de ese embravecido mar y de esas aldeas que perviven en el tiempo sin necesidad de que pasen las horas, ni los días, ni los años.

A excepción de las tres meigas y del citado el Rubio, los personajes aparecen retratados como bodegones inmóviles en un lapso de tiempo continuo. La naturaleza y la vida siguen con su ritmo habitual, los movimientos de cámara nos hacen constatar que no estamos en una imagen fija. Los fantasmas están encerrados en sus dominios terrenales sin percibir que todo sigue, ignorantes hasta que son cubiertos con sábanas para iniciar la despedida.

Lois Patiño realiza un cuento ensoñador, con un tempo lento que refleja la eternidad milenaria de costumbres y tradiciones ancestrales. Repleto de magia en la oscuridad para intentar explicar lo indescriptible de la vida, la muerte, la mar, los monstruos y las víctimas ahogadas y envueltas en un halo místico para explicar el dolor de los ausentes en un limbo cinematográfico.

‘Lúa vermella’ es un magnífico retrato de una naturaleza experimental y onírica que te atrapa en sus entrañas. Un juego de simbolismos encerrado en los espejos de gentes reflejadas en su propia cultura. Una realidad rural que aún pervive. El monstruo que respira de las mareas y la luna mágica y sangrienta, que guía el voraz apetito del océano.

Son náufragos de un mar indómito, retratos de una tradición remota. Un instante en toda la inmensidad.

Lo mejor: su proceso de creación y producción, el arte conceptual, y los retratos naturales que distan mucho de ser postales, impregnándose en el espectador. 

Lo peor: como toda muestra de cine experimental hay que saber adaptarse al mensaje de su autor, depende de la sensibilidad de cada cual.

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