Ondina es una guía que explica el desarrollo urbano de Berlín a turistas nacionales e internacionales. Pero cuando su amante la abandona, el antiguo mito se apodera de ella y solo le queda regresar a las aguas.
Podemos apreciar que hay vida y mucha esperanza en el cine alemán de nuestros días. Hace poco nos referíamos a la cantidad ingente de títulos que tienen como referencia alguna de las dos grandes contiendas del pasado siglo, y por supuesto connotaciones del nazismo hitleriano casi subsidiariamente. Y es muy grato apreciar que todavía se dejan caer historias mucho más cercanas y diferentes a este género, sobre todo en el cine germano. Algo muy de agradecer en días complicados donde el consumo audiovisual ayuda a sobrellevar el tedio del confinamiento sin peligro para la salud.
En algún momento el pueblo teutón reinterpreta las leyendas mitológicas clásicas de griegos y romanos transformándolas a su peculiar hábitat. Los ríos, lagos y los pantanos dan mucho juego para que esos seres mágicos, espíritus o ninfas del agua se relacionen con los humanos y den lugar a un gran número de fábulas. La de Undine trata sobre una bella hada acuática que por amor lo deja todo para marchar con su hombre amado, hasta que este le traiciona y se desencadena la tragedia. ¿A qué no recuerda…?
El director y guionista Christian Petzold (‘Phoenix’, ‘Bárbara’), propone con ‘Ondina. Un amor para siempre’ la revisión y actualización del mito. Según el propio autor, es la primera entrega de un viaje en forma de trilogía sobre cuentos alemanes que hablan de los elementos. En este caso del agua.
La Undine de este siglo es fuerte, lo da todo en su entrega al amor y cuando las cosas se tuercen llega a ser realmente amenazadora. Pero también es quebradiza, no solo consigo misma sino con cuanto le rodea: el cristal, el agua, los objetos y la relación de amor a la que está plenamente entregada. En ausencia de este afecto sobreviene el drama y la muerte. Algo así como quiéreme o muere como segunda opción.
Paula Beer (‘La sombra del pasado’, ‘En tránsito’ del anterior trabajo de Petzold), interpreta a Ondina, una historiadora que ejerce como guía de la arquitectura urbana de Berlín. Bella, con un halo misterioso y con sentimientos tan puros como el líquido elemento, tiene capacidad para amar y ser correspondida. La actriz incorpora al personaje expresividad oculta, casi espiritual, que va más allá del diálogo, con pasión enamorada o con cierta tristeza letal por la ausencia de afecto.
Franz Rogowski (‘Vida oculta’, ‘En tránsito’, coincidiendo también con el director y la actriz), es Christoph, un buzo industrial que queda inmediatamente prendado de la protagonista. Amable y detallista, con cierto punto de torpeza fuera del agua, aparece en escena como si llegara a rescatarla de su fatal destino. “Staying Alive” el emblemático tema de los Bee Gees, además de servirle como referencia para revivir, supone una declaración de intenciones en la nueva relación tras un encuentro fortuito.
‘Ondina. Un amor para siempre’ es una historia de trenes que se cruzan, que van y vienen, en los que se viaja la vida solo o acompañado. Un amor verdadero y comprometido, que se vuelve torpe como pez fuera del agua cuando no se es correspondido. Es la revisión del cuento de “La sirenita” reeditado como cine independiente. Una buena opción para disfrutar y salir de rutinas, que invitan a apreciar que hay vida más allá del cine comercial.
Lo mejor: las interpretaciones, algunos fragmentos de su fotografía y la melancolía que desprenden sus notas musicales en las piezas de piano.
Lo peor: que no se valore lo suficiente como una película romántica (en todas sus acepciones), y de amor verdadero.