Antes de que Alicia fuera al País de las Maravillas y que Peter se convirtiera en Pan, los dos personajes eran hermanos. Cuando su hermano mayor sufre un terrible accidente, Peter y Alicia tendrán que elegir entre quedarse en casa y su propia imaginación, lo que creará el escenario de sus legendarios viajes al País de las Maravillas y a Nunca Jamás.
En un año especialmente difícil y complicado para el cine infantil por los estragos pandémicos y por la ausencia del público en las salas, aparecen ciertas oportunidades de estrenos promovidas por ausencia en la gran liga cinematográfica de la todopoderosa Disney. Temerosa de las negativas consecuencias comerciales de sus productos, ha optado por salir del circuito habitual para estrenar directamente en su propia plataforma. Lo cierto es que las grandes apuestas de todas las compañías han quedado relegadas a ese momento que no terminamos de visualizar con su esperado y más deseado final. Mientras llega esa nueva vida, hemos de conformarnos con que alguna de las que sí se atreven a ver la luz de la sala, nos de una grata sorpresa con la que viajar a la niñez y olvidar por instantes todo cuanto está pasando.
Precisamente, el currículum de Brenda Chapman es de por sí generoso al haber participado en los guiones de ‘La bella y la bestia’, ‘El rey león’, ‘El jorobado de Notre Dame’, ‘Fantasía 2000’, o en la dirección de ‘El príncipe de Egipto’ y ‘Brave (Indomable)’. Toda una experiencia de grandes éxitos animados para el público infantil y juvenil desde hace tres décadas.
Ahora prueba fortuna con ‘Érase una vez…’, un nuevo compendio de cuentos revisados con personajes reales, en el que se entremezclan los argumentos de dos autores tan distantes como James Matthew Barrie y Lewis Caroll. El resultado, cuando menos, es curioso. Sobre todo teniendo en cuenta que la elección de los actores más pequeños y su dirección puede resultar mucho más ardua que dirigir dibujos animados.
Con guión de Marissa Goodhill, también salida de Pixar con su corto ‘Lost and Found’, el argumento aprovecha que Peter Pan y Alicia ya existen, y los sitúa en la misma unidad familiar, intentando justificar la psicología de sus personalidades.
Jordan A. Nash, Keira Chansa y Reece Yates representan a los tres jóvenes hermanos, educados en el mundo de los juegos y la fantasía que proporciona coger dos palos del bosque y convertirlos fabulosamente en sendas espadas justicieras. O una pequeña campañilla hecha de cobre que inspire a un hada protectora y esparza su polvo para llegar tanto al País de las Maravillas como al de Nunca Jamás.
En cuanto al mundo de los adultos, el de Angelina Jolie y David Oyelowo como padres de tan ilustres criaturas, esconde cierta truculencia y vicios propios de los mayores, como el alcohol y las deudas de juego causadas por una incurable ludopatía. Y es que, incluso en el mundo de los cuentos, no todo ha de ser tan genial.
‘Érase una vez…’ es un correcto relato sobre “el anhelo por crecer y el miedo por envejecer”. Una madre describe a sus hijos sobre sus juegos y motivaciones de cuando ella era joven, con el deseo de que todo fuese así para siempre. Un universo donde la imaginación está al poder. “¿Nos olvidamos de soñar cuando crecemos…?”.
Pero también es una historia un tanto pillada y rebuscada, ya que ofrece ambigüedad en las diferentes versiones del papel de los hermanos según la edad que estos representen: como compañeros de singulares aventuras, o bien como entrometidos y ruines castigadores haciendo daño donde más duele.
También habla de la evasión ante el drama de una familia multiracial castigada por el dolor y la pérdida. Y del sufrimiento de los hijos ante los problemas que los padres no son capaces de afrontar sin la ayuda de los primeros. Se deja ver, pues, con alguna que otra sugerente lectura y reflexión, muy apta para todos los públicos.
Lo mejor: el interesante hermanamiento a todos los niveles descritos, y cómo aportar otra versión más al origen de estos cuentos, con buenos y malos de todas las edades, géneros y razas.
Lo peor: que no está ni en un mundo ni en otro, ni en el de los jóvenes ni en el de los adultos, aunque aporte interesantes destellos para reflexionar sobre el paso del tiempo y cómo cambia la vida en sí.
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