Un thriller psicológico en el que un inocente percance del día a día se convertirá rápidamente en pesadilla cuando una mujer toca el claxon en el momento equivocado… al tipo equivocado. “Ira al volante” es una expresión que se queda corta para describir lo que el desconocido va a hacerle a ella y a todo el mundo que conoce.
Hay gente que parece levantarse cada día con el humor de ser excelentes personas y que para mitigar el exceso de cordialidad, se desayunan un buen tazón de vinagre con cereales para agriar el carácter durante el resto del día. Van al trabajo con la hora justa y quejándose por todo, y si toca coger el volante aprovechan para soltar afuera todo el hedor que acumulan dentro. Sobre el asfalto se convierten en los amos de la pista. Tal vez porque puedan creer que pagan más impuestos de circulación con sus bólidos (aunque sea un Smart de renting). O porque saben prescindir de los intermitentes en sus desplazamientos (total son opcionales cuando uno se compra un vehículo sin no se van a usar). E incluso juegan a pilotar al rebufo de una partida del Mario Kart.
La fauna sobre las ruedas puede ser tan variada como peligrosa, a todos los efectos. Entre el ‘Crash’ de Cronemberg por el placer de chocar, la distopía post apocalíptica del ‘Mad Max. Salvajes de autopista’ de Miller, la amenaza latente y constante del perseguidor en ‘El diablo sobre ruedas’ de Spielberg, o la liberación de la frustración y todo lo que ello conlleva ‘Un día de furia’ de Schumacher, hay un punto tan equidistante como cruel por su proximidad a la realidad.
Derrick Borte (desconocido por estas latitudes con títulos como ‘La familia Jones’, ‘London Town’ o la más reciente ‘American Dreamer’), dirige este ‘Salvaje’ sin aprensión. El título en original sería algo más similar a “desquiciado”. Sobre el guion de Carl Ellsworth (‘Vuelo nocturno’, Disturbia’), se disecciona el aparente percance un tanto inocuo de una madre que lleva a su hijo al colegio, y toda la revolución violenta que desencadena el protagonista en cuanto se desmadra el asunto. Algo bastante habitual en la psique colectiva del heterogéneo pueblo norteamericano, y no exento de aludir a cualquier persona incauta del resto del planeta cuando presentamos carencia de suficientes neuronas en la sesera.
Lo que nos sorprende de este ‘Salvaje’ es encontrar a un enorme Russell Crowe en un registro fuera de cualquier atisbo heróico, como en ‘Gladiator’. Ya lo vimos flirteando con el mal en ‘Cuento de invierno’ o en ‘Los miserables’, pero aquí ya el protagonista de ‘El dilema’ se desmelena sin mesura. Su grave voz y la corpulencia adquirida le dan rienda suelta para ofrecer un sorprendente registro carente de escrúpulos. Demuestra el peligro que puede adquirir una ‘mente maravillosa’ y trastornada al mando de un volante, ¡qué será si accede al mercado americano de armas!
Caren Pistorius (‘Gloria Bell’, ‘Negación’, Slow West’), interpreta a una joven madre con demasiadas cargas como para afrontar un mal día ajeno. En una torpe coincidencia con un desconocido, ha de frenarle esa manía persecutoria sin límites para no pagarlo con quien no debe.
‘Salvaje’ hace especial honor a ambos títulos (el de aquí y el original). Una trepidante aventura urbana que puede acabar como una ruleta rusa temperamental. Seguro que muchas personas se identifican con alguno de los personajes a la hora de hablar de descerebrados al volante, que pretenden hacer la vida imposible al resto del personal sobre un asfalto. Lo bueno es que pueden emular las consecuencias de unos comportamientos poco cívicos y ausentes de educación sin necesidad de que llegue la sangre a la calzada. Aquí sí lo hace. Un ejercicio bastante interesante que sirve como válvula de escape, aunque no incorpore valores emotivos, salvo el de apartarnos de una vez por todas de tales conductas.
Lo mejor: su peculiar justificación de que un mal día lo tiene cualquiera, y ya puestos… vamos a liberar tensión acumulada
Lo peor: seguro que hay alguien que pretenda justificar levantarse a contrapié y acabar de esa manera.
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