Antoinette, una maestra de escuela, espera con ansias sus la llegada de las vacaciones de verano, para irse con Vladimir, su amante secreto, y el padre de una de sus alumnas. Sus planes se ven frustrados al recibir la noticia de que la esposa ha preparado unas vacaciones familiares en Cévennes. Antoinette decide seguir el rastro de su amado, en una aventura, donde conocerá a Patrick, que le ayudará a descubrirse a sí misma.
La comedia francesa, como los chistes demodés del italiano, el alemán, el inglés, el chino y el español (o la combinación más absurda que se pretenda hacer), se basa principalmente en estereotipos. Al igual que los italianos son unos latin lovers, y los británicos puntuales como en Big Ben, o los chinos de color amarillo… los franceses son tan excelentes amantes que necesitan expandir el ego de su sexualidad e institucionalizarlo de cara a los demás.
Hasta aquí el chiste, la broma y la gracia. Pero tampoco hay que generalizar que sea una cultura tan avanzada como para compartir diferentes relaciones estables y encuentros amorosos al mismo tiempo y más allá de una relación formal. Tal es así que cuando las ocurrencias graciosas sobre cualquier mantenido sentimental topa con la otra cara, la de las infidelidades y cornamentas humanas, igual hasta pueden perder su ingenio y agudeza. O no…
Caroline Vignal (‘Les autres filles’), una mujer con buen sentido del humor, escribe y dirige esta aventura inspirada en la vida y obra del aventurero escocés Robert Louis Stevenson por tierras galas. “Viajes con una burra por los montes de Cévennes” ha causado tal furor en la región que sirve de pretexto en la actualidad para organizar travesías de turismo natural y rural.
Vignal sitúa en este entorno a su protagonista Antoinette, una profesora un tanto alocada como para seguir y compartir a su amante con su esposa e hija, que también es alumna suya.
Laure Calamy consigue desprender unas cuantas sonrisas poniéndose en la piel de esta terca y obcecada maestra que no quiere desprenderse del hombre que la mantiene embobadamente feliz. Hasta que, como quien hace el Camino de Santiago, abre los ojos y los sentimientos a la naturaleza de esta región francesa con la ayuda de su acompañante de cuatro patas y orejas largas. Una simpática y muy agradable interpretación en la que lleva todo el peso de la película.
Caroline Vignal va más allá de los tópicos, del esperpento, y del chiste fácil. Logra despertar sentimientos que buscan superar esa postura acomodada en la vida. Y lo hace desde la perspectiva de esta alocada y conformista protagonista que es capaz de seguir la zanahoria gracias a las anteojeras que le impiden apreciar un mayor ángulo de visión.
‘Vacaciones contigo… y tu mujer’ conduce al espectador, a modo de analogía, por sus repechos, sus valles y bajadas en el interés argumental, pero se mantiene de manera ágil en ese filo discontinuo entre la comedia, el drama personal, y el ridículo circense. Y sobre todo te deja con las ganas de una escapada rural con independencia de la compañía.
Lo mejor: la presentación de la protagonista, y la adaptación de su mensaje yendo más allá de mostrar a la mujer florero, una mujer capaz de transformar su obcecación en beneficio propio.
Lo peor: la normalización del engaño de los propios sentimientos, sobre todo siendo consciente de que hay otras personas implicadas en ese juego.