Charlot se ve obligado a adoptar a un bebé abandonado. No tarda en tomarle cariño y cuando crece le enseña algunas técnicas esenciales de supervivencia callejera. Con el tiempo los dos forman un gran equipo para buscarse la vida. Pero un día el chico enferma y los servicios sociales tratan de arrebatarle la custodia a Charlot.
Mucho antes de este “impasse” pandémico en el que, por unos motivos u otros, el público ha abandonado las propias salas de cine, y los cines han cerrado por falta de películas, espectadores y taquilla, mucho antes de todo esto decía, cuando alguien me comentaba el tiempo que llevaba sin acudir a ver una película, imaginaba de manera gráfica, que por esas fechas debía haber un pianista tocando bajo la pantalla.
No hace falta irse a épocas en las que se perdía el compás -o como se diría ahora «se desconfiguraba»-, la imagen del sonido; los innumerables picados, rayas y símbolos marcados en los fotogramas; o de pronto la parada en un fotograma que se quemaba por el calor de la lámpara. A veces había que esperar una eternidad para retomar la proyección y afectaba a la entrada del siguiente pase en sesión continua.
En cien años han pasado muchísimas cosas en el mundo del cine. La incorporación de sonido, la llegada del color, la tecnología digital, la revolución del sonido, y mil experiencias nuevas… Pero lo que no ha cambiado es el espíritu de disfrutar sentado en una cómoda butaca en la oscuridad de una magnífica historia.
Un siglo después ‘El chico’, el primer largometraje escrito, dirigido, producido, e interpretado por Charles Chaplin renace en una segunda juventud. Tras medio centenar de cortos en la piel de ese personaje que nunca le abandonaría, este genial hombre orquesta (también componía música), da el salto al largometraje -duración superior a los 60 minutos- para realizar la excelente radiografía de una época en blanco y negro, demostrando que no todo era felicidad en la década previa a la crisis del 29.
Charlot, como se le bautizó en nuestro idioma, representa el espíritu del caballero con apariencia de vagabundo impertérrito que no desiste ante las adversidades. En este caso la de acoger a un bebé abandonado para enseñarle en sus primeras lecciones de vida lo que es el amor sin condiciones.
Jackie Coogan (‘Oliver Twist’ y mucho, mucho después el Fétido televisivo de ‘La Familia Addams’), con tan solo seis años interpreta al protagonista adoptivo. La primera gran estrella infantil del cine, con todas las consecuencias que la fama le va dando a posteriori, estuvo acompañado en el reparto por su padre. Gracias a su angelical expresión, mímica y el lenguaje corporal de su temprana edad logra desviar las miradas de atención del gran Chaplin hacia sí mismo.
‘El chico’ es simpática, traviesa y maravillosa. Una de esas tantas películas cuya maestría han conseguido elevar el cine a la categoría de arte, y eso que su director cuenta con unas cuantas. ´La quimera del oro’, ‘Tiempos modernos’, ‘Luces de la ciudad’, ‘El gran dictador’, ‘Candilejas’… Una admirable demostración de saber combinar con maestría el drama y la comedia visual como muy pocos han sabido hacer, y además desde los orígenes de un séptimo arte incipiente.
Hay que agradecer una vez más los esfuerzos de distribuidoras como A Contracorriente Films no solo por brindarnos la experiencia de revivir en salas grandes títulos como el presente con una calidad excepcional, sino por permanecer ahí, al pie del cañón con los tiempos que corren, dándolo todo. Cinematográficamente hablando, todo sea dicho de paso.
Lo mejor: la indescriptible sensación de disfrutar de este clásico en gran pantalla, restaurada y con calidad de imagen impresionante, cien años después de su estreno.
Lo peor: que el público en general se pierda esta posibilidad. Es como que te lleven el Guernica a la puerta de tu casa y desaproveches la ocasión de apreciar la obra en todo su esplendor.
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