Lise, de 16 años, está acusada de haber asesinado a su mejor amiga. Durante el juicio, sus padres la defienden de manera inquebrantable. Sin embargo, a medida que su vida secreta comienza a desvelarse, la verdad se convierte en algo indiscutible. ¿Quién es realmente Lise? ¿Conocemos bien a las personas que amamos?
Resulta bastante curioso que a medida que avanzan las tecnologías y las aplicaciones para fomentar el contacto social, más empobrecemos la comunicación con las personas que nos rodean. Copiar y pegar. Te envío un mensaje de voz por whats y ya me contestarás… Llamar para dejar una grabación al otro lado en una curiosa conversación unidireccional. Ironías sobre cómo los avances técnicos complican y cambian el juego entre el emisor y el receptor, por culpa del canal.
Entretanto se reescriben las reglas entre lo que se quiere decir, lo que se sobreentiende, y lo que realmente llega, llegando a ser un erudito y gurú de las RRSS (redes sociales en plan pijo), las diferencias generacionales entre padres e hijos se acentúan. Los progenitores porque tienen un uso en el que hasta la ruleta de marcación de los teléfonos de góndola ha influido en su manera de llamar. Los descendientes por ensimismarse y restringir sus estados de ánimo a los emoticonos de sus móviles.
Sustitúyase “brazalete” por dispositivo electrónico de seguimiento judicial. Y en vez de situarlo en el brazo, ajustamos su argolla al tobillo de una menor.
Un año después del estreno del thriller argentino ‘Acusada’, el director francés Stéphane Demoustier (’Allons enfants’, ‘Terre battue’) deconstruye esta misma historia para abordarla de nuevo con tintes reflexivos. Suaviza el suspense y la tensión de la acción. A cambio aborda el misterio desde el punto de vista familiar, con cierta calma y tranquilidad, sin prisas, y contemplando más interrogantes que ponen en tela de juicio la responsabilidad.
El retrato idílico de la familia Bataille (curioso este apellido escogido), en la intimidad distendida de un día de playa se ve perturbada por la presencia policial que reclama a la adolescente para que les acompañe.
En su primera película, Melissa Guers da vida a la impasible joven Lise. Acusada de asesinar a su mejor amiga, aguarda la apertura del juicio. Privada de libertad y confinada con una tobillera telemática durante todo ese tiempo, su carácter ha cambiado, volviéndose una completa desconocida a los ojos de sus padres. Intrigante.
Roschdy Zem (‘Los hombres de fuego’, director de ‘Monsieur Chocolat’), y Chiara Mastroianni (‘Habitación 212’, voz en ‘Persépolis’), son los progenitores consternados que durante este periodo de espera entre la adolescencia y el juicio han perdido a su hija en el desconocimiento de su verdadera identidad.
Entre declaraciones, interrogatorios, pruebas documentales y refutables, exámenes periciales y forenses, autobloqueos sin responder…, entre todo ello, el público va navegando entre el suspense y las propias composiciones que se va haciendo para responsabilizar a la chica por su frialdad y sus silencios, o exonerarla de la culpabilidad por vivir su juventud con intensidad.
El espectador deambula juzgando a favor o en contra no solo de la procesada sino de todos los miembros de la familia, los comportamientos de las amistades de la joven y las maneras de encausar por parte de abogada, fiscal y propio juez.
Stéphane Demoustier ofrece un trabajo sólido, sobrio y sereno. Una historia bien estructurada, con gran cuidado e interés. ’La chica del brazalete’ es una delicada trama que se desenvuelve con cualidad funambulista entre la incomunicación de hijos y padres y el desconocimiento de la personalidad rebelde y reservada de quienes conviven bajo el mismo techo.
Lo mejor: la reflexión y el juego sobre el conocimiento de los hechos que se describen con total ausencia de emociones.
Lo peor: que la frase “estamos aquí para ayudarte” pueda llegar en la mayoría de los casos demasiado tarde.