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‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’: triunfó la visión del director

Póster de ‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’

Con la determinación de asegurar que el sacrificio definitivo de Superman (Henry Cavill) no fue en vano, Bruce Wayne (Ben Affleck) une fuerzas con Diana Prince (Gal Gadot) para reclutar a un equipo de metahumanos que protejan el mundo de una amenaza inminente de proporciones catastróficas. La tarea es más difícil de lo que Bruce imaginaba, ya que cada uno de los reclutas deberá enfrentarse a sus propios demonios para trascender aquello que los detenía, para unirse y formar de manera definitiva una liga de héroes sin precedentes. Ahora unidos, Batman, la Mujer Maravilla, Aquaman (Jason Momoa), Cyborg (Ray Fisher) y Flash (Ezra Miller) deberán salvar al planeta de la amenaza de Steppenwolf, DeSaad y Darkseid, antes de que sea demasiado tarde.

Esta crítica tiene que ser diferente, porque lo que ha ocurrido aquí también lo es. 

El nacimiento de ‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’ es un hecho tan insólito en las grandes (y tan a menudo implacables) ligas de las Majors, que su mera existencia supone un triunfo doble. 

Por un lado, el vital y artístico de Zack Snyder, que como todos sabemos abandonó el proyecto tras el suicidio de su hija (a la que dedica la película y, al menos, una escena de la misma con emotiva claridad), viendo como su visión era defenestrada, despiezada y mutilada para convertirse en otra cosa camino de ninguna parte (habría que ver también, más allá del -cada vez menos- presunto comportamiento de Joss Whedon en el rodaje, si éste realmente tuvo alguna vez control sobre la película, o fue un simple mercenario juntaplanos muy bien pagado); por otro lado, el triunfo de los fans en general, cuyo empuje ha sido determinante para que HBO decicidiera no solo acoger el montaje final, sino que WarnerMedia lo aderezase además con otra montonada de millones para finalizarla como corresponde.

Así, casi cuatro años después, una pandemia, dos horas extra de metraje (más, en realidad, pues de los añadidos de Whedon no queda nada), nuevas escenas y banda sonora, ‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’, no podría tener mejor título. 

Para bien (casi siempre) y para mal (a veces), esta es una película cien por cien Snyder, donde nos hartemos de: cámara lenta, poderío visual, imponentes splash pages, videoclips uno detrás de otro, metraje sobredimensionado y a menudo redundante y el mantenimiento de esa visión para muchos polémica pero sin ambages de Superman, El Hombre de Acero. 

Pero, sobre todo y felizmente, ‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’, es una película completa, consecuente, disfrutable y coherente tanto con ‘El Hombre de Acero’ como con ‘Batman v Superman’, hecha con el compromiso inquebrantable de un cineasta con su visión, y unos actores felices de verla en acción tras tantos (y desagradables) líos detrás de las cámaras. 
Con Cyborg (Ray Fisher) como motor y pegamento de la historia, todos y cada uno de los miembros de la Liga, los villanos y también casi todos los secundarios, brillan, beneficiados por los minutos extra y un montaje muy cuidado dividido en capítulos, donde se ensalza el espectáculo pero, también, se exploran a fondo las motivaciones de estos atribulados héroes.

El Batman y Bruce Wayne de Ben Affleck nunca han estado tan bien tratados, aprovechando el buen trabajo de un artista que sabe mucho de show business, sacrificios y viajes de redención; Wonder Woman (aparte de eliminar, por fin, los indiscriminados y sonrojantes planos de su trasero de este metraje) es todo poder, pero también ternura, humanidad, inteligencia, experiencia y liderazgo; Aquaman recibe por fin los momentos necesarios para no parecer un cachas descerebrado; Flash, mero bufón en la versión de Whedon, tiene aquí una evolución, y participación, determinantes, con trazos de humor aquí y allá sin pasarse de la raya.

Y, cómo no, Clark y Superman. Sin bigote borrado digitalmente ni imágenes aberrantes de por medio, Henry Cavill vuelve a hacer suyo al Kriptoniano, protagonizando un tramo final alucinante y llenando la pantalla de emotividad cuando la comparte con actrices de la talla de Amy Adams y Diane Lane.  

Pero hay más: por ahí anda un Alfred Pennyworth locuaz, socarrón y esta vez aprovechando mejor la siempre bienvenida presencia de Jeremy Irons; un J.K. Simmons que necesita muy poco para hacer un buen trabajo como el Comisario James Gordon; Willem Dafoe como Vulko y Amber Heard como Mera complementando a la perfección a Jason Momoa en su camino hacia la grandeza; todas y cada una de las Amazonas de Themyscira, con Connie Nielsen a la cabeza, e incluso un cameo del propio Zack Snyder. 

Y, en la otra cara de la moneda, por fin tienen enfrente a un buen villano (o dos, aunque Darkseid aquí se muestra amenazante, y poco más). 

Steppenwolf no solo recibe un espinoso lavado de cara, sino que por fin va más allá del perro ladrador: las cosas que hace, las hace por un motivo, buscando su propia redención aunque sea en el lado malo de la historia. 

Un villano solo supone una amenaza si nos lo creemos; si no, no es más que otro monigote digital al que apalear. Sin convertirse de repente en Hamlet (no olvidemos, tampoco, qué estamos viendo aquí), al menos entendemos por qué monta este lío padre, por qué busca las cajas madre, la naturaleza de las mismas y su significado.  

‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’ elimina todos los problemas de la versión de Whedon, que pasa a ser un experimento manoseado, malmetido y fallido de inmediato. 

NO es, sin embargo, perfecta. 

Le sobra medio epílogo; le sobra el Detective Marciano; le sobra (mucho, pero mucho mucho) el Joker de Jared Leto, que sigue siendo un risitas desacertado y no arregla en nada lo que padecimos en Suicide Squad. 

Pero es honesta, es fiel, es potente y es una gran película de superhéroes. 

Si hubiéramos disfrutado de esta versión en 2017 (lástima de la tragedia personal de Snyder, que hizo lo que casi todo ser humano haría, pirarse para estar con la familia; lástima el mamoneo de los jerifaltes de Warner y Dc; lástima la debacle en el rerodaje de Whedon), igual el DCEU sería, en la actualidad, otra cosa distinta a una sucesión de ensayos (varios con éxito, cuidado) y errores.  

La espera, y la batalla, valieron la pena. 

‘La Liga de la Justicia, de Zack Snyder’ es un visionado obligado para cualquier amante de las capas y mallas, una carta de amor a los fans y una nueva piedra en el legado de un cineasta controvertido pero, sin duda ninguna, con estilo y visión propios. 

Lo mejor: supone el triunfo del cine sobre los tejemanejes ajenos al Séptimo Arte, arregla todos los fallos de la versión anterior… Y, también, es una buena película.   

Lo peor: el epílogo es un relleno con más fan service que otra cosa.  

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