Las leyendas chocan cuando estos míticos adversarios se dan cita en un titánico combate, mientras el destino del mundo pende de un hilo. Kong y sus protectores se embarcan en una peligrosa misión para encontrar su verdadero hogar, y van acompañados de Jia, una joven huérfana con la que ha creado un vínculo muy especial. Pero de repente se cruzan con un Godzilla enfurecido, que va dejando a su paso una estela de destrucción en todo el mundo. El épico choque entre los dos titanes, instigado por fuerzas invisibles, solo es el comienzo del misterio que se esconde en las profundidades de la Tierra.
La cuarta película (veremos si la definitiva) del Monsterverse, firmada por Adam Wingard es una odisea donde el reparto de hostias entre estos dos titanes no tiene el tamaño del pan, sino de panificadoras enteras, una detrás de otra.
La de Wingard es un Blockbuster de obligado visionado en salas de cine.
Por muy grandes que sean las pantallas caseras; por mucha calidad que tengan los dispositivos de sonido actuales; por mucho que el negocio haya cambiado para siempre y el Streaming esté aquí para quedarse… ‘Godzilla Vs. Kong’ reclama a gritos (del Primate Alfa y el Rey de los Monstruos) ser disfrutada en la gran pantalla.
En lo técnico, visual y sonoro reside todo el encanto y la pasión de la película: sus tremendos efectos visuales (donde los magos de Weta han sido capaces de dotar de peso, majestuosidad, gravedad y empuje cada tortazo, paso o movimiento de todos los bichos de la función, con coreografías de acción brutales); los atronadores efectos de sonido; la implacable banda sonora del cada vez más solicitado, y pulido, Tom Holkenborg (Junkie XL) y el excelente diseño de producción (donde la Tierra Hueca, aparte de Kong y Godzilla), roba todo el protagonismo.
Pero solo en la infravalorada ‘Godzilla’ de Edwards y en la excelente (y mejor de la tetralogía, hasta el momento) ‘Kong: Isla Calavera’, encontramos atisbos de que a alguien le importaba el guion, aunque fuera un poquito.
Pese a los justos libretos de ambas (algo totalmente legítimo, por supuesto, pues las intenciones son otras), los personajes eran algo más que monigotes parlantes, con algo de seso, coherencia y (sobre todo en la Isla Calavera), carisma.
Si en ‘Godzilla: Rey de los monstruos’, sufrimos cada aparición humana por tonta, insufrible, accesoria y descerebrada, en ‘Godzilla Vs. Kong’ la cosa no mejora ni un ápice: todos los humanos que vemos aquí, o son carnaza, o son unos genios porque sí (todo pasa porque sí, vaya), o irremediables imbéciles de necesidad.
Salvo la niña indígena, todos los demás no solo es que sobren, es que molestan.
Millie Bobby Brown está aquí más pedante e insufrible que nunca (aún tenemos que ver un papel de esta joven actriz que sugiera algo más que fama efímera); a Julian Dennison lo atan de pies y manos y no cumple ni como recurso cómico; el personaje de Bryan Tyree Henry deja a los científicos tontos del haba de ‘Pacific Rim’ a la altura de genios; Kyle Chandler dice tres frases en toda la peli, y dos son tonterías; Eiza Gonzalez es reducida (literalmente) a la mínima expresión; a Demian Bichir solo le falta la pegatina en la cabeza de ‘soy el malo’ desde el minuto uno.
Y para terminar, el absoluto desperdicio de contar con Rebecca Hall y Alexander Skarsgård y ponerles a hacer ESO que hacen.
Es preferible que un narrador nos presente cada asalto de Godzilla contra Kong, que desperdiciar minutos observando cómo ni más ni menos que cinco guionistas alumbran semejante panfleto ( recordemos, historia de Eric Pearson y Max Borenstein y libreto de Terry ‘estoy en todas’ Rossio, Michael Dougherty, Zach Shields) e insultan con su absoluta vaguería y el reciclaje de las ideas de otros hasta al comepalomitas más militante.
La audiencia, aunque parezca que no a veces, piensa, señores.
Por eso ‘Pacific Rim’ fue una buena película de Kaijus contra Mechas y ‘Pacific Rim 2’, no lo fue.
Por eso, el ‘Godzilla’ de Edwards fue tan personal dentro del mainstream. Por eso el ‘Godzilla’ del destructor Roland Emmerich sigue siendo una fiesta de comedia, acción y carisma.
Señores guionistas: da igual el género de la película. El libreto es imprescindible para que la cosa no se olvide nada más verla, por mucho que la disfrutemos mientras tanto.
Si Kong o Godzilla vuelven al ruedo, por favor, que alguien contrate a escritores capacitados para, al menos, entregar una historia con un mínimo de sentido, que no de vergüenza ajena la acción de tantos cobra cheques sin escrúpulos.
Lo mejor: el apartado técnico, visual y sonoro, la Tierra Hueca y toda la aventura que la rodea, la enérgica dirección de las peleas de Wingard y por supuesto, los dos Titanes.
Lo peor: el guion es un horror (aquí los guionistas son los verdaderos villanos) y solo hay un humano que nos importe algo. Los demás, absolutos y molestos monigotes bípedos.