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‘Cuñados’, problemas ignífugos

Eduardo y su cuñado Sabonis acaban de meter la pata en uno de sus negocios y necesitan dinero. Mucho dinero. Será Sabonis quien encuentre la solución al problema secuestrando a Modesto, cuñado de Alicia Zamora, la empresaria que les engañó y dejó tirados. Solo hay un pequeño problema: Alicia no piensa pagar ni un euro por su cuñado. Sin embargo, es el propio Modesto quien urde un nuevo plan con el que Eduardo y Sabonis podrán salvar la bodega familiar. Estos tres cuñados lo tienen todo para fracasar, pero como diría Sabonis, malo será.

La figura del cuñado da para tantos estudios psicosociológicos como lugares y ambientes en los que los podamos ubicar. Los hay agarrados, tiernos, escurridizos, ausentes, aprovechados, dadivosos, y hasta un sinfín de tipologías más, a tenor de su fauna autóctona. Y en el caso de las cuñadas también. Pero resulta curioso que en las familias gallegas, dichos parientes cierran filas de manera estrecha por el bien de la unidad y de la identidad. Curioso a pesar de la inevitable rotura de la propiedad en el característico minifundio de la tierra, que en otras zonas desembocaría en auténticas batallas campales por la herencia. Aquí las hermanas son competentes, y los cuñados ejercen de “pringaos”, para caricaturizar la trama que aquí nos atañe.

Empanada, pulpo y Ribeiro. Con unos cuantos tópicos y buena dosis de humor sanote, Toño López sale bastante airoso en su primera comunión con el largometraje. Una obra sin grandes pretensiones que hace sonreír a base de mostrar la Galicia de chapuzas y rapacería en un tono distendido y desenfadado.

Su director, con larga experiencia televisiva al igual que Araceli Gonda como responsable del guión, busca retratar la ciudad de Ourense con cierto toque canalla y a la vez edulcorado. El paisaje de los viñedos y sus bodegas regados por el Miño. El COB y los fieles seguidores de su equipo baloncestístico. La familia reunida bajo el incansable matriarcado gallego. Todo ello con suficiente picaresca como para hacer leña, aunque sea ignífuga, del cuñado caído.

Del mismo Ourense incombustible, cuyas imágenes prenden en nuestra retina con la quema indiscriminada de árboles cada temporada, su argumento aporta una mirada algo más banal hacia la carcajada y la comedia.

Xosé A. Touriñán y Miguel de Lira, junto al cuñado postizo que representa Federico Pérez Rey, ejercen de gancho burlesco a merced de las mujeres de la familia, interpretadas por Eva Fernández, Iolanda Muíños, María Vázquez y Mela Casal. Un elenco autóctono que se desenvuelve con gran soltura en esta disparatada aventura.

‘Cuñados’ es suspense cómico familiar. Con denominación de origen. Sabe reírse del excedente de pulpo gallego capturado en Marruecos, al igual que de la metodología de los secuestros exprés heredada de los descendientes emigrados al otro lado del charco. Que haberlos haylos, y unos cuantos. Repleta de tópicos bien encajados y de algún que otro “depende” tan gallego, consigue divertir y enamorarse de una magnífica tierra que todavía tiene mucho más que aportar.

Lo mejor: los interrogatorios y la naturalidad de sus interpretaciones.

Lo peor: la obstinada musiquita, heredada de seriales cómicos televisivos, con la que se tiende a cubrir en exceso la banda sonora de la comedia.

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