«Amanece en Calcuta» es un cántico a una pequeña-gran mujer que entregó su vida a los más pobres de entre los pobres.
Si algo sigue enseñándonos Santa Teresa de Calcuta es que esta capital de la India está presente hoy en todas partes. En tu ciudad hay también una «Calcuta» donde malviven personas necesitadas de Amor, con mayúscula.
Con el ritmo trepidante de un thriller, «Amanece en Calcuta» ofrece los testimonios entrelazados de seis personas que siguen jugándose hoy la vida en los lugares más remotos del planeta, para dar a conocer y amar a Cristo según la espiritualidad de la Madre Teresa.
En estos tiempos difíciles, donde imperan el egoísmo, el proteccionismo y el miedo, aderezado por la modorra de una Sociedad que nos prefiere medicados y dóciles, siempre es de agradecer recordar y poner de actualidad (si es que alguna vez dejó de estarlo), la eterna figura de la Madre Teresa de Calcuta.
‘Amanece en Calcuta’ es un magnífico, vibrante, emotivo y necesario documental que explora la vida y la obra de esta apabullante mujer, que dedicó toda su carrera, en cuerpo y alma, a darse a los más necesitados, en un entorno brutal donde las terribles circunstancias arrebatan a las personas su mayor tesoro: su humanidad.
Los testimonios de aquellos que la conocieron, o se vieron influenciados por ella, se entrelazan contextualizando las determinantes iniciativas de la Madre Teresa, que repartió su amor, fuerza, inquebrantable determinación y el poder de la mejor versión de su fe allá donde la oscuridad permanente tapa la luz de un túnel que parece no tener fin.
Da igual que creamos o no, o que profesemos o no la fe cristiana, o cualquier otra; hay personas como Teresa que son ENORMES en todos los sentidos. Fuerzas de la naturaleza que van más allá de lo establecido, más allá de organizaciones, poderes o discursos; personas excelentes que constituyen un ejemplo para la raza humana, la mejor cara de nuestra historia y dejan patente que siempre, SIEMPRE, podemos (si queremos) ser mejores.
‘Amanece en Calcuta’ te conmueve, remueve, alienta y alecciona, solo con el poder de la palabra y, sobre todo, del acto. Por sus obras casi todo el mundo que vive y respira en este planeta, de oídas o en profundidad, conoce a la gran Teresa de Calcuta.
Por sus obras, más grandes o pequeñas, pero firmes y con continuidad, con un legado que va más allá de la muerte y marca generaciones también dedicadas a dar allá donde no se da nada, se alcanza el paraíso y la inmortalidad.
Da igual qué concepto tengamos de inmortalidad, Paraíso, Dios o Fe. Da igual que seamos creyentes o ateos. Da igual que nuestra mayor creencia orbite en torno a nosotros mismos… da igual el motor que nos impulse, siempre que lo orientemos en hacer el bien, en cada pequeño nicho de nuestra vida.
Santa Teresa (con toda la razón, pues lo es en la mejor y más pura cara de tan tremendo, y tantas veces usado de forma gratuita, adjetivo) sí es alguien a quien idolatrar, del que buscar ejemplo y guía, y cuyas lecciones, modo de vida y actuaciones durante toda su existencia fueron ejemplares.
Una epopeya vital, una gesta librada día a día, una batalla contra las grietas de este mundo de locos en la que Teresa se armó de valor, de empatía, de amor, de fe, fuerza, espíritu, convicción, valores y todas y cada una de las cualidades humanas que valen la pena.
¡Qué persona! ¡Qué mujer! ¡Qué legado!
Lo mejor: cualquier testimonio que nos recuerde la vida y obra de esta inmensa persona, vale la pena.
Lo peor: que los prejuicios de algunos desechen la película solo por cuestiones ideológicas, el árbol perpetuo que no deja ver el bosque.
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