Hutch Mansell (Bob Odenkirk) es un hombre de familia corriente. Una noche unos ladrones entran a su casa y él renuncia a defenderse y defender a su familia con el fin de evitar complicaciones. Esto decepciona a su hijo Blake (Gage Munroe) y a su mujer Becca (Connie Nielsen) que empiezan a distanciarse de él. El incidente le reconcome por dentro y hace que salga a la luz su lado más oscuro.
La historia de un tipo aparentemente corriente que, por azares del destino, la lía parda cuando la cosa se pone tensa, ha dado y dará mucho jugo en la gran pantalla (‘Un día de furia’, entre otras, son ya joyitas del Séptimo Arte).
‘Nadie’ son noventa minutos que parten de una absurda premisa, absolutamente rendidos al desenfreno, la diversión y el carisma de un reparto entregado, plenamente consciente de lo que están rodando, y encabezado por el verosímil, cautivador y grandísimo Bob Odenkirk (pese a su extensa carrera, quien no conozca aún a Saul Goodman en Occidente, tiene una asignatura pendiente) que se mete en el papel con plena convicción, un duro entrenamiento, corazón, ironía, su impagable comicidad y esa capacidad innata que tiene para ganarse al público.
El guionista Derek Kolstad sabe para qué le están pagando, y no pierde ni un segundo dibujando más allá de lo estrictamente necesario. Tampoco desperdicia un minuto el director Ilya Naishuller, que nos cuenta la vida del protagonista en un inicio de excepcional montaje, acompañando las andanzas del personaje con una acertadísima selección de clásicos musicales.
Una combinación que consigue que este don nadie llamado Hutch Mansell funcione como un reloj en la piel del trasunto maduro y acomodado en una vida anodina de John Wick.
Un tipo anónimo y corriente con el que es fácil identificarse y establecer paralelismos, que hace todos los días lo mismo, con los mismos resultados, y está hasta las narices de ver cómo pasa la vida sin pena ni gloria, mientras su matrimonio se deshace, su hijo no le respeta y hasta el más mindundi le vacila..
Cuando a Hutch le tocan las narices y alcanza el límite, su pasado aflora, y lo hace divirtiendo al público a golpe de tiros, guantazos (con set pieces estupendas como la del autobús), explosiones, puyas, socarronería y un bestiario de gentuza a la que machacar a cada cual más sim/antipática.
Evidentemente, ‘Nadie’ no pasará a los anales de la historia del cine.
Pero es innegable su excelente funcionamiento en función de los objetivos que se propone. No da más (pero con creces) de lo que ofrece, sin pretensiones hinchadas ni tonterías.
Su honestidad es total, manifiesta y de agradecer.
Ya quisieran todos los afectados dobles de Liam Neeson (o el propio Neeson, en algunas de sus películas autoclonadas), tener la energía, profesionalidad, sagacidad y talentazo de Bob Odenkirk repartiendo leña verbal y física, con su octogenario y tronchante padre a su lado (genial Christopher Lloyd, el eterno Doc Brown), a todo el que se les ponga por delante.
Ojalá que el tren de Hutch tenga más paradas, porque hay películas condenadamente divertidas que merecen continuidad.
Lo mejor: Odenkirk, Lloyd, la honestidad del producto y la desbordante diversión.
Lo peor: nada, si consideramos sus objetivos.