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‘Pequeño país’, belleza por una infancia ignorada

Gabriel es un niño de diez años que se pasa el día con sus amigos en las calles de Buyumbura, Burundi, un escenario propicio a todo tipo de aventuras: robar mangos en los jardines, fumar a escondidas, bañarse en el río al atardecer… Un paraíso que se tambalea con la separación de sus padres y que se rompe en mil pedazos con el estallido de la guerra civil de 1993 en la vecina Ruanda.

Una de las mayores responsabilidades de la humanidad consiste en saber proteger y cuidar de la infancia. Todo lo que enseñemos a las nuevas generaciones, toda la generosidad con la que les sepamos arropar y todo el bien que podamos poner en sus manos tendrá sus futuras repercusiones. Así como el odio, los enfrentamientos y las diferencias harán mella en cualquier futura convivencia.

Para que un inmigrante logre instalarse por causas de fuerza mayor en un país de acogida son muchas las experiencias sufridas en su propia vida. Huir de la guerra, de la desidia, del horror. Abandonar a los seres queridos, si es que queda alguno con vida. Sufrir hambre y dolor, exponiéndose a mafias que trafican con su penuria sin responsabilidad alguna. Cruzar millas de desesperación a la deriva del inmenso mar. Y tomar conciencia de lo que se ha vivido, con suerte, si lo puede al menos pensar.

‘Pequeño país’, basado en la novela homónima del cantante rapero y escritor galo-burundés Gaël Faye en el que, con bastantes detalles autobiográficos, reconstruye una infancia robada. El propio autor se involucra en el guion del filme que también escribe y dirige Eric Barbier (‘Promesa al amanecer’, ‘The Last Diamond’). Y el resultado es un bonito viaje a una juventud desde el recuerdo, eclipsado por el estallido del conflicto étnico que desembocó en una guerra civil y el genocidio entre tutsis y hutus.

Barbier pone la vida en imagen de ese entorno previo al estallido, bajo los últimos estertores de un antiguo y caduco colonialismo europeo. Una familia, padre francés y madre ruandesa con sus diferencias matrimoniales más que culturales. Jean-Paul Rouve (‘Volando juntos’), e Isabelle Kabano se ponen en la piel de la pareja que a pesar de sus desavenencias buscan la protección de su hijos.

Pero quien se lleva todos los méritos, las miradas y el protagonismo es el joven Djibril Vancoppenolle. En su primera aparición frente a la cámara seduce con sus aventuras, sus experiencias, la amistad y el dolor de verse en una encrucijada radical. Dayla De Medina, quien interpreta a la hermana pequeña, también aporta sus brillantes momentos a la historia. Junto al resto del elenco de chavales locales, logran emotivas instantáneas corales que no dejan en la indiferencia al espectador.

‘Pequeño país’ está filmada con cuidado detalle en localizaciones originales de Ruanda y Burundi. Posee una interesante fotografía a cargo de Antoine Sanier, y esboza un magnífico clima que va acumulando tensión en su metraje. Es una excelente oportunidad de encontrarse de frente con el drama actual de la supervivencia, y apreciar cómo la política es capaz de derrumbar la belleza de un precioso país, por muy pequeño que este sea.

Lo mejor: las actuaciones corales de los chicos, en especial la de su protagonista.

Lo peor: la ligereza con la que se olvidan los grandes dramas y sobre todo la ignorancia de desconocer por cuánto habrán pasado en su corta vida muchos de los refugiados a los que no queremos mirar a la cara, por el dolor que pueda transmitir su mirada.

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