Laura, una psicóloga del servicio de atención a las mujeres que sufren violencia de género, hace unas semanas que es acosada por el marido de una de sus pacientes. En esta situación, debe tratar una pareja que nunca ha puesto los pies en un centro de este tipo: Eva y Pablo. Por una serie de malentendidos él ha recibido una denuncia, pero afirma con contundencia no ser ningún maltratador.
Es duro pensar que mientras escribo estas mismas palabras alguien está siendo víctima de una agresión por maltrato. Y, desgraciadamente con toda seguridad, mientras lees estas mismas frases, otra persona distinta pueda estar sufriendo por idéntica causa. Y, entremedias, otras tantas han quedado por el camino aterrorizadas u hospitalizadas en el mejor de los casos. Cualquier tipo de violencia, doméstica, de género, individual, social, ideológica, religiosa, cultural, política, colectiva…, sea del tipo que fuera, no es algo como para tomarlo a la ligera. Cualquier tipo de prevención que ayude a que no haya persona agredida, a que la agresora no desarrolle su potencial, o que sirva de estímulo en la sociedad para que no se produzca, y no llegue a estos términos, no solo será bienvenida, sino que indicará el nivel civilizado y cívico al que sus ciudadanos puedan optar.
Tras sus anteriores trabajos documentales Guillermo Ríos Bordón (‘El salto inicial’, ‘La gran aventura de Guarapo’), aborda esta obra de ficción desde el drama y el suspense con la ayuda de tres personajes. Una terapia que intenta poner solución a los “problemas con el conflicto” basada en la obra teatral de Marta Buchaca, quien al igual que adaptara al guión su muy interesante ‘Litus’, se ocupa de respetar el texto para la gran pantalla. El resultado es un muy interesante ejercicio interpretativo y psicológico sobre la conducta que no emana de la tragedia pero, en potencia, es más que capaz de desencadenarla.
Ariadna Gil (‘Belle Epoque’, ‘Soldados de Salamina’, ‘El laberinto del fauno’), se introduce en la piel de Laura, terapeuta de un Centro de Atención Social y madre separada. Ha de lidiar con algún que otro acosador de sus pacientes. Y hasta su consulta acude por prescripción judicial Pablo, un escritor de novelas que en ocasiones se inspira en la realidad para plasmar sus tramas. Atrapa el papel con cruda realidad, lo hace suyo, y lo domina de manera irreversible en el justo momento más crítico. Había ganas de volver a verla así.
Alex García (‘La novia’, ‘Litus’, ‘Kiki, el amor se hace’), interpreta a este personaje al que cuando se le aprieta algo de más salta. Centrado pero inestable, es capaz de superar la compostura y el engaño. Buen trabajo que requiere de cierto dominio escénico para tal desdoblamiento de personalidad.
Y Silvia Alonso (‘La lista de los deseos’, ‘Hasta que la muerte nos separe’, ‘Durante la tormenta’), la tercera en discordia, es Eva, la novia de Pablo que lo encubre por un mal entendido amor ciego ante la violencia. Deja a un lado cualquier resquicio de comicidad para representar a una joven víctima de una “noche fatídica”.
“No estamos aquí para hablar de mí…” intentando rebuscar entre lo que esconden. Es muy interesante la trama que no se cuenta para elevar el suspense. Desde un concepto bastante teatral, juega y fuerza las interpretaciones para crear la tensión, ayudándose de los continuos cambios de primer plano entre los diálogos de sus protagonistas y los pequeños planos detalle que delatan su nerviosismo.
‘Solo una vez’ intenta justificar comportamientos imprevisibles pero potencialmente explosivos en los que el espectador encontrará similitudes con su vida real. Su labor no es la de sancionar, juzgar o aleccionar, sino de acudir a una terapia de control para saber llamar a las cosas por su nombre, antes de que pasen y cuando sucedan.
Lo mejor: las dos interpretaciones principales, la de Ariadna y Alex, la tensión que se genera a través de la cámara, y el juego que propone sobre los prejuicios del espectador.
Lo peor: lo difícil que cuesta entender su propio título a vistas del maltrato.
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