El joven Anthony Soprano crece en una de las épocas más tumultuosas de la historia de Newark. Va camino de convertirse en un hombre justo cuando surgen los gángsters rivales que desafían a la todopoderosa familia criminal DiMeo en una ciudad cada vez más dividida por las razas. Dickie Moltisanti, el tío al que idolatra, está atrapado en estos tiempos revueltos y lucha por sacar a flote sus responsabilidades profesionales y personales. La influencia que ejerce sobre su sobrino ayudará a convertir a este impresionable adolescente en el todopoderoso jefe de la mafia que conoceremos más adelante: Tony Soprano.
No vamos a entrar en detalle de los numerosos ejemplos de series televisivas que han saltado de la pequeña pantalla a la grande aupadas por el fervor de la audiencia y la calidad de los productos. Tampoco incidiremos en la desigual fortuna de muchas de ellas a la hora de traspasar el guion en esos distintos formatos. La saga de Misión Imposible supera con creces las expectativas televisivas de su momento, pero claro, son dos fuentes bien distintas. En el caso de ‘Downton Abbey’ sí que se produce una magnífica continuidad interpretativa, artística y técnica entre los episodios de sus temporadas y las historias cinematográficas. Ahora le llega el turno a la precuela de una de las grandes. Y no, no estoy hablando de ‘Juego de tronos’ aunque sea de la misma factoría. Sino de ‘Los Soprano’.
‘Santos criminales’ es la precuela que tiene la virtud de contar con Alan Taylor a la dirección (tras haber dirigido unos cuantos capítulos de ‘Los Soprano’, ‘Mad Men’, ‘Boardwalk Empire’, ‘Juego de tronos’… o en cine ‘Thor: El mundo oscuro’ o ‘Terminator: Génesis’), y con su creador David Chase como productor y escritor. Dos características que ya de por sí le confieren continuidad a la historia.
Si bien en el mundo del cine parece que todo ya está dicho con ‘El padrino’ de Coppola, ‘Uno de los nuestros’ de Scorsese, ‘Érase una vez en América’ de Leone, o incluso con ‘Los intocables de Elliot Ness’ de De Palma, podría plantearse oportuno contar los orígenes del gran capo televisivo.
‘The Many Saints of Newark’ es el título original que pretende indagar en cómo se hizo Tony Soprano. Aunque en realidad deambula por derroteros dispersos. Aprovechando el parecido físico de Michael Gandolfini (‘Ocean’s 8’), hijo del fallecido James Gandolfini, se retoma el papel de joven capo para estos orígenes de Anthony. Aunque en realidad lo que se cuenta es la vida de su tío y mentor Dickie Moltisanti interpretado con buen criterio por Alessandro Nivola (‘La gran estafa americana’). Dos familias con dependencia e influencia en las tramas futuras de la serie. Johnny y Livia, los padres de Tony, están caracterizados por Jon Bernthal (‘Le Mans ‘66’, ‘El lobo del Wall Street’), y Vera Farmiga (‘Up in the Air’, saga ‘Expediente Warren’). También destacan las presencias de Ray Liotta (‘Hannibal’, ‘Uno de los nuestros’), haciendo doblete interpretativo, y de Leslie Odom Jr. (’Hamilton’).
‘Santos criminales’ está bien rodada y contiene una trama suficientemente atractiva que realzan su valor. Pero también intenta abarcar demasiado, perdiendo un poco el retrato que verdaderamente caracteriza las mejores producciones del género mafioso, y más con un personaje televisivo tan característico y casi a la altura de un Corleone actual. Es como condensar todos los capítulos de una temporada en un largometraje de dos horas. Te falta perspectiva o sobra material.
Familia que mata unida permanece unida, todo lo demás queda fuera del mundo de la Mafia, con mayúsculas.
Lo mejor: la sensación de disfrutar de una nueva joya del género, aunque se quede en tan solo eso, en una mera sensación por lo disperso de su trama.
Lo peor: que se pueda cuestionar si se justifica y era necesario hacer una película diez años después cuando ‘Los Soprano’ quedaron en lo más alto.
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