Hace millones de años, los seres cósmicos conocidos como los Celestiales comenzaron a experimentar genéticamente con los humanos. Su intención era crear individuos superpoderosos que hicieran únicamente el bien, pero algo salió mal y aparecieron los Desviantes, destruyendo y creando el caos a su paso. Ambas razas se han enfrentado en una eterna lucha de poder a lo largo de la historia.
Quienes se hayan aproximado alguna vez a los cómics de Marvel, más allá de sus adaptaciones cinematográficas, saben de la inmensa riqueza artística que, durante décadas, los talentosos artistas han creado. Tramas extensas y ricas en detalles, con mitologías apenas esbozadas, y exploradas, en el MCU Marvelita.
Sin embargo, quienes entiendan lo extremadamente complejo que es adaptar el formato del Noveno Arte a la Gran Pantalla y, además, integrarlo en un longevo Universo cinematográfico de éxito repleto de piedras en el camino, comprenderán lo que la directora Chloé Zhao y el mandamás de la Casa de las Ideas, Kevin Feige, han conseguido con ‘Eternals’, la primera película realmente distinta desde aquel lejano (que no fundacional, pues lo que ahora disfrutamos no existiría sin el ‘X-Men’ del defenestrado Bryan Singer ni la primera entrega de ‘Blade’) y estupendo debut de Tony Stark.
En dos horas y media Zhao (no silenciada, sino integrada dentro del cometido que le ha sido encomendado, como buena profesional que es), deja su sello a través de una aventura que usa la acción solo cuando es necesario (acompaña el relato, no es su motor ni su excusa para no hacer más), centrándose en los personajes, unos seres casi inmortales que durante milenios han vivido entre nosotros, pero obligados a no intervenir en el desarrollo de la Raza humana por designio de un Celestial aún más poderoso.
Así, a través de poderosos flashbacks que se intercalan con el presente, la artífice de ‘Nomadland’ nos regala el primer Marvel que navega entre la introspección, el continuo autocuestionamiento al que los seres pensantes nos vemos sometidos, la insondable grandiosidad cósmica y las maravillas de lo cotidiano, donde tantas y tantas veces tropezamos para volver a levantarnos, y encontramos consuelo en las pequeñas cosas, y los gestos de las personas que nos quieren.
‘Eternals’ es, con diferencia, la apuesta más arriesgada de Feige y compañía, pues llega en un momento en que la mayoría de la audiencia sabe perfectamente qué va a ver cuando brilla en pantalla la excelente intro de Marvel Studios… Pero aquí se ofrece algo distinto, que puede disfrutarse tanto o más en una audiencia que, como el propio MCU, ha madurado (o debería) con los años.
Algunos la tildan de pomposa, plomiza, vacía de contenido; otros se lían la manta a la cabeza y levantan el brazo, martillo en mano, por la inclusividad, las decisiones amorosas de algunos personajes con Siete mil años de antigüedad y demás árboles de intolerancia que les impide no ya ver, sino disfrutar mínimamente del bosque sin dejarlo inhabitable por el exceso de bilis.
‘Eternals’, como cualquier otra película basada en los cómics, es una adaptación.
Y en todas las adaptaciones a lo largo de la historia del cine, la televisión etc se han tomado decisiones creativas sujetas al contexto social, vital y político de la época.
Despojándonos de eslóganes de fandom unidimensional y de prejuicios de caverna que nada tienen que ver con esta (o cualquier otra) película, ‘Eternals’ no se limita a entretener y apabullar con un espectáculo visual de altura, sino en ahondar en temas capitales de nuestra existencia y en cada uno de los personajes de este equipo cósmico de héroes, atormentados por el peso de los siglos, los anhelos y la responsabilidad hacia unos hijos a los que han visto, literalmente, crecer.
Y lo hace sin perder de vista ninguno de los elementos ‘populares’ vertebradores del MCU (hay acción, humor; muchísimo carisma en un reparto idóneo que aprovecha cada una de sus apariciones, una factura general impecable, dos escenas finales e incluso una banda sonora que difiere de la espectacular, pero en general uniforme y cortapegada, partitura habitual), pero añadiendo muchos e interesantes elementos que, ojalá, se exploren en el futuro.
Para cualquier película que se atreva a hacer algo diferente (el Snyder`s Cut de La Liga de la Justicia, sin ir más lejos) y pedirle algo más a la audiencia, siempre habrá polémica.
Pero juzgar un viaje artístico tan laborioso, grandioso y significativo (para un Blockbuster, no olvidemos) como éste apoyándonos en tomatómetros, eslóganes, el No es No porque No y No y No y el ‘este en los cómics no era de tal raza o tal orientación sexual’, sin preocuparnos de si funciona o no en la adaptación, es de una bajeza de miras tan grande como efímera en este vaivén de likes, clickbait, satisfacción rápida y a otra cosa.
‘Eternals’ es la prueba de que Marvel Studios tiene la confianza en sí mismo que solo dan la madurez y la satisfacción probada del trabajo bien hecho.
Igual llega en un momento en que vamos para atrás, como los cangrejos, como para adentrarnos en una epopeya milenaria sin ponerla a caer de un guindo para trotar a la par que el resto de la manada.
Lo mejor: es distinta.
Lo peor: el problema no es que no guste la película, algo respetable sobre lo que no hay discusión. El problema es que muchas de las razones para ello salgan de la entrepierna y vísceras de cada uno.