La leyenda de que el Banco de España es inexpugnable y no se puede atracar no asusta a Thom Johnson (Freddie Highmore), el brillante y joven ingeniero reclutado para averiguar cómo acceder a su interior. El objetivo es un pequeño tesoro que va a estar depositado en el banco durante únicamente diez días. Diez días para descubrir el secreto de la caja, diez días para urdir un plan, diez días para preparar el asalto, diez días para aprovecharse de un plan de fuga irrepetible, cuando la esperada final del Mundial de Fútbol de Sudáfrica reúna a cientos de miles de aficionados a las puertas del propio Banco de España. Diez días para alcanzar la gloria… o para acabar en prisión.
No hay absolutamente nada en ‘Way Down’, que no hayamos visto antes.
Este efectivo y trepidante thriller de atracos dirigido con energía por Jaume Balagueró, cuenta con todos los clichés del género (el ricachón, el cerebrito, la chica, el hacker, las agencias y sus historias etc etc ), el Banco de España como inexpugnable objetivo y la final del Mundial de Sudáfrica (que sabemos, felizmente, cómo acabó) como telón de fondo.
‘Way Down’, no se para a oler las flores y desde el primer momento imprime velocidad al relato, apoyándose en la fabulosa puesta en escena, una factura donde se nota la inversión y, sobre todo, el buen hacer del director y el elenco protagonista (hasta Freddie Highmore está menos soso que de costumbre), destacando la magnética presencia de Luis Tosar, el conseguidor que toda peli de robos debe tener, y también el personaje que más humanidad, simpatía y conexión transmite.
Seguramente arropada por el indudable (y también, inexplicable) éxito de ‘La Casa de Papel’, todo un fenómeno del marketing con pies dramáticos de barro e interpretaciones de pacotilla, la cinta de Balagueró la supera en todo, siendo una apuesta segura para el quiera pasar un buen rato en una sala de cine, engullendo palomitas y viendo cómo lo aparentemente imposible se convierte en realidad.
‘Way Down’ es la magia del cine en estado puro. Sin adulterar.
Una aventura que funcionaría igual de bien en 2021 que en los años setenta, con sabor a Don Siegel, Danny Ocean y el siempre estupendo bocata de calamares en la Plaza Mayor.
Si quieren pasar un rato genial y olvidarlo poco después, ésta es su película.
Lo mejor: divertidísima.
Lo peor: es improbable ser más conformista.
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