Marcos, un director de cine sin mucho éxito, está inmerso en el rodaje de su nueva película, un giallo queer, cuando una serie de terribles asesinatos comienzan a sucederse en Barcelona, y todos parecen tener relación con el director.
Para que una película funcione, tiene que ser honesta consigo misma, fijarse unos objetivos y hacer todo lo posible por alcanzarlos.
‘¡Corten!’ es un homenaje autoparódico al (denostado por muchos, aclamado por más) género giallo, con Dario Argento como máximo exponente y referencia de la película, y otro género, el slasher, como segunda fuente de la que beber, divertirse y desplegar setenta y ocho minutos de desparpajo, oficio y amor al Séptimo Arte.
La película de Marc Ferrer, con clarísimas estrecheces presupuestarias, es tan consciente de sí misma que hace de sus flaquezas fortalezas, usando el metacine continuamente para demostrar que todo es posible cuando se persigue un objetivo tan noble como hacer películas, contra viento, crítica, público, recursos, asesinos y marea.
La referencia explícita (aquí hay para todos los grandes del underground) a Jess Franco (una de nuestras joyas nacionales), en parte espejo del protagonista Marcos, al que también da vida el director Marc Ferrer, da una idea clara de por dónde van a ir los sangrientos caminos de la película.
‘¡Corten!’ es cutre, mala, repleta de hipérboles, personajes estrambóticos interpretados al límite de lo tolerable… porque así debe de ser.
No funcionaría de otra manera, ni rendiría un homenaje merecido a los referentes que tiene en un pedestal.
El cine como fenómeno popular y fábrica de sueños, donde todos podemos ser actores, si tenemos la pasión y ganas suficientes, sin importarnos lo que nos digan los demás. Porque para todas las películas, y todas es todas, hay un público, soberano, dispuesto a disfrutarlas.
El funesto rodaje de este giallo marica, donde todos caen como moscas por la obra y gracia de un asesino, está lleno de diálogos ingeniosos, sentido del humor, cabaret, sangre más falsa que un bitcoin de madera y personajes que, pese a su cutrez generalizada, exudan humanidad por los cuatro costados.
Es evidente que no gustará a todo el mundo.
Es probable que, a quien le guste, la convierta en un recurso inagotable para una noche de fiesta. Como un vídeo de Ojete Calor tras un par de cervezas.
Pero también es evidente que Marc Ferrer sabe perfectamente lo que está rodando, y aprovecha cada eurillo de acá y de allá (y mucho amor, cachondeo y técnica) para hacer el mejor producto posible, sacando pecho en el camino en aspectos como la excelente iluminación y fotografía.
Hace bien Filmin en sacar a pasear por las salas ‘¡Corten!’, en un momento en que necesitamos diversión descerebrada… pero con coco, mucho coco, detrás.
Lo mejor: cumple con sus objetivos, con creces.
Lo peor: algunos la juzgarán sin pararse a pensar qué están viendo.