La que fue una pujante ciudad sede del gigante farmacéutico Umbrella Corporation, Raccoon City, es ahora un pueblo agonizante del Medio Oeste. El éxodo de la compañía dejó a la ciudad convertida en un erial… con un gran mal gestándose bajo la superficie. Cuando ese mal se desata, un grupo de supervivientes deben unirse para destapar la verdad detrás de Umbrella y sobrevivir a la noche.
Desde que se las máquinas recreativas empezaron a comer espacio a los antiguos billares hasta la actual industria del entretenimiento doméstico vía ordenador, consola, móvil, o hasta el propio metaverso, han pasado cinco décadas. Desde entonces los videojuegos, en cualquiera de sus modalidades, se han convertido en el negocio legal más lucrativo del momento.
Hace ya veinticinco años, la mitad de esta trayectoria, se desarrollaba uno de los más exitosos y lucrativos del catálogo. Y como no podía dejarse la ocasión, otra industria, la del cine, buscó fortuna con la franquicia. Hasta que la modelo Mila Jovovich, convertida en actriz y protagonista, dio carpetazo a la sexta y última aventura hace poco más de cinco años.
‘Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City’ recupera el legado inicial para una nueva generación. Un reinicio, que se dice. Ambientada en los 90, pretende revitalizar y rentabilizar la historia para quienes no hayan disfrutado de vivir la película tras pasar horas y horas machacando y descuartizando a las pobres víctimas de los experimentos radiactivos de la Umbrella Corp.
La responsabilidad ha recaído sobre Johannes Roberts (las dos entregas de ‘A 47 metros’, ‘El bosque de los malditos’, Darkhunters’). Un director amante del género de terror y acción, que persigue poner nervioso al público del patio de butacas, con su cine de serie B del que pretende crear escuela. Ahora ha contado con un mayor presupuesto y fanfarria como mandan los cánones de Capcom, la propietaria de la saga. Y el resultado es lo que es, ni más ni menos. Un producto palomitero para gente joven de nueva hornada con cierta curiosidad por cazar zombis.
Un orfanato, dos hermanos, experimentos farmacéuticos cuando menos censurables, una ciudad desértica y sin ley (la que hay deja bastante que desear), y una historia algo incompleta, que va dejando cabos sueltos para futuras entregas.
Resulta paradigmático que el logo de la compañía se asemeje a una cruz roja. Y tampoco es de extrañar que se necesite un gran paraguas cuando se pasa toda la noche lloviendo (por aquello de identificarse más con el videojuego y la matanza en tiempo real), si no mueren por las armas bioquímicas fallecen por un constipado mal curado por no secarse el pelo a tiempo.
Kaya Scodelario (‘Infierno bajo el agua’, ‘Piratas del Caribe: La venganza de Salazar’, saga ‘El corredor del laberinto’), Robbie Amell (‘Código 8’, ‘La primera vez que nos vimos’, ‘The Babysitter’), y Hannah John-Kamen (‘Ant-Man y la Avispa’, ‘Ready Player One’, ‘Tomb Raider’), son las tres mejores bazas con las que cuenta la película, que hacen suyo el consejo de “espabila o no sobrevivirás esta noche”. Y aún así, hacen lo que pueden para salir adelante.
‘Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City’ pretende ser una película de acción, de cargarse engendros y monstruos que igual hasta se lo merecen por desear comerse la vida ajena. De contaminados y contagiados, de fuga, confinamiento y evacuación, en una jornada de cacería nocturna. Se deja ver, pero no nos vamos a engañar.
Miedo nos va a dar cuando empiecen a sacar cualquier versión cinematográfica del famoso “Little Nightmare”.
Lo mejor: el reinicio para quienes no conozcan la abultada trama
Lo peor: las frases del estilo de “no toques mi moto”, ya se sabe qué va a pasar.