‘Lizzie’ es una recreación del famoso suceso real que tuvo lugar en 1892 en Fall River, en el estado de Massachusetts, cuando Andrew Jackson Borden y su segunda esposa fueron brutalmente asesinados en su propia casa. La hija de Borden, Lizzie (Sevigny), y la sirvienta de la casa, Bridgette Sullivan (Stewart) estaban en la casa en el momento del crimen, pero siempre argumentaron que no escucharon nada que les llamara la atención. Nadie fue condenado por el crimen, aunque siempre se ha considerado que Lizzie Borden, apodada como la Asesina del hacha, fue la causante de las muertes.
Dos mujeres, Ama y sirvienta.
La primera, atrapada en una jaula de oro; la segunda, condenada desde la cuna a servir a otros, aguantando abusos y humillaciones.
‘Lizzie’ recrea para las nuevas generaciones el presunto parricidio perpetrado por Lizzie Borden, la famosa Asesina del hacha que tanto material ha dado al cine y la televisión durante décadas.
La película de Craig William Macneill se centra en imaginar qué caminos llevaron a Lizzie (poderosa interpretación de la magnética Chloë Sevigny) y Bridgette (Kristen Stewart, demostrando una vez más que su fase Crepuscular queda muy lejos) a perpetrar un asesinato tan atroz, pese a las tremendas vejaciones a las que ambas se vieron sometidas.
Centrada en el estudio de los personajes, el thriller de Macneill discurre con calma, dibujando paso a paso la desventura de estas dos mujeres en un mundo de hombres, bajo el yugo de un padre autoritario, pervertido y cobarde, una madrastra también maltratada pero reacia a salirse del papel que la Sociedad le ha impuesto, y un tío desalmado y dispuesto a cualquier cosa por cambiar su suerte.
Dos mujeres atrapadas en un nido de víboras, amigas y amantes, que se ven arrastradas (una por acción, la otra por lealtad, amor y una personalidad tan pulida por años de servicio que parece incapaz de rebelarse) hacia un final sangriento.
‘Lizzie’ es una cinta elegante, íntima, realista, de bellísima fotografía y una puesta en escena que nos mete de lleno en la tensa sociedad elitista y llena de secretos de la norteamérica del siglo XIX.
Su director no busca un film trepidante, ni truculento.
Busca explicar con claridad las motivaciones de los personajes, dibujarlos para que sus actos tengan sentido, por muy condenables y repugnantes que sean.
Nunca sabremos la historia real de Lizzie Borden, pero estamos de suerte de disfrutar de una recreación cinematográfica de altura, de la que cada espectador podrá sacar sus propias conclusiones.
Lo mejor: el elenco protagonista.
Lo peor: nada relevante que señalar.