Explora la relación entre el individuo y la sociedad, mostrando lo que sucede cuando una profesora de secundaria (Katia Pascariu) publica un vídeo personal de pornografía amateur en una web. Las consecuencias de su decisión le afectarán profundamente a ella y a la comunidad educativa en la que trabaja.
Siempre es bienvenida una película impredecible y repleta de ideas.
La última cinta del director rumano Radu Jude no es apta para todos los públicos, ni todos los gustos.
Dividida en actos, ‘Un polvo desafortunado o porno loco’ desgrana la hipocresía general inherente al ser humano, agravada por la pandemia y los pies de barro de una sociedad fachada hasta arriba de miserias, política y valores vacíos de contenido y una latente sensación de que todo nuestro ‘bienestar’ pende de un hilo.
La cinta omite los mandatos del cine convencional, transitando a trompicones por el drama, la comedia, la sátira y la tragedia. Poniéndose tan solemne como burda, teatralizando cuando toca y usando un sinfín de recursos, no siempre acertados, para enviar contundentes y provocativos mensajes.
Hay grandes planteamientos en esta montaña rusa, que se ven diluidos por una puesta en escena caótica, a ratos absurda, pero sin duda atrevida, hilarante y encaminada a quedarse grabada en las retinas del espectador.
Radu Jude hace del histerismo su bandera, y su obra es tan incómoda de ver como necesaria a modo de espejo en el que mirarnos.
Todos los miserables personajes que llenan la película están presentes en nuestro día a día, a menudo tan hiperbólicos y pasados de vueltas como aquí los pintan.
Las tribulaciones de esta profesora de secundaria y su explícito vídeo sexual son solo el vehículo para mostrar hasta dónde llega nuestra capacidad para engañarnos, catalogar lo que está bien o mal según nuestros intereses, y acotar la esfera de lo público y lo privado de acuerdo a criterios interesados.
Radu Jude se posiciona como un director indomable, alocado e interesante.
Nada mal para una época donde cualquier tontería se maximiza, y las cosas realmente importantes se entierran en toneladas de parrafadas, eslóganes y mentiras.
Lo mejor: el torbellino de ideas.
Lo peor: a veces es tan caótica y burda que pierde fuerza.