Ambientada hace 300 años en la Nación Comanche. Naru es una joven guerrera, feroz y altamente hábil, que se crió a la sombra de algunos de los cazadores más legendarios que deambulan por las Grandes Llanuras. Cuando el peligro amenaza su campamento, se dispone a proteger a su gente. La presa a la que acecha y, en última instancia, se enfrenta, resulta ser un depredador alienígena evolucionado con un arsenal técnicamente avanzado, lo que deriva en un enfrentamiento cruel y aterrador entre los dos adversarios. Nueva entrega de la saga Predator.
Parece que tendremos que acostumbrarnos, por mucho que nos cueste, a ver películas llamadas a ser disfrutadas en la Gran Pantalla, desde la comodidad de nuestros hogares, mientras presenciamos la cruenta batalla entre los gigantes del Streaming.
‘Predator: La Presa’ es un espectáculo que cumple escrupulosamente con todos los códigos de esta longeva franquicia: hay acción, sangre, violencia y variados escenarios donde el implacable cazador despliega sus talentos asesinos.
Pero, a diferencia de otras películas de la Saga que, o bien tiraban de la nostalgia en exceso o calcaban los postulados de la película original, sin ir más allá de la clonación, la de Dan Trachtenberg se esfuerza por entregar una historia original (tan original como puede ser en estos tiempos), centrada en el coming of age de la joven Comanche Naru (gran papel de Amber Midthunder, alumbrando un personaje fuerte, de gran corazón y muchas neuronas) que quiere cazar como el resto de los varones de su tribu.
Enfrente, un Depredador absoluto que no puede ser derrotado en confrontación directa (como deja patente el reguero de cadáveres a su paso), y requiere de estrategia, planificación y un estudio de las debilidades del adversario.
No hay nada en esta película, realmente, que no hayamos visto antes, pero sí una lección del Director y todos los implicados en el proyecto de que se puede revitalizar una franquicia, darle nuevos aires y horizontes, reordenando los ingredientes que la hicieron memorable, dirigiendo con solvencia, contando con el reparto adecuado y dando otra vuelta de tuerca (en este caso, visual), al Depredador más famoso del Séptimo Arte.
Lo mejor: Naru caminando, decidida, en dirección contraria al resto de sus congéneres.
Lo peor: no disfrutarla en una sala de Cine.
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