Film semiautobiográfico de la propia infancia y juventud de Spielberg. Ambientada a finales de la década de 1950 y principios de los años 60, un niño de Arizona llamado Sammy Fabelman, influido por su excéntrica madre, artista (Michelle Williams), y su pragmático padre, ingeniero informático (Paul Dano), descubre un secreto familiar devastador y explora cómo el poder de las películas puede ayudarlo a contar historias y a forjar su propia identidad.
A estas alturas, nadie coherente con la historia reciente del Cine ‘moderno’ puede discutir la enorme contribución de Steven Spielberg a la Industria.
Junto con otros nombres de peso como George Lucas, Peter Jackson y James Cameron, el cineasta se ha labrado una carrera repleta de éxitos comerciales y artísticos, muchos de ellos paradigmáticos.
Con los años, el Rey Midas de Hollywood ha explorado más allá de los Blockbusters, sembrando su prolífica carrera de películas tan estimables y variadas como ‘El color púrpura’, ‘Amistad’, ‘La lista de Schindler’, ‘Munich’, ‘West Side Story’ o la que hoy nos ocupa, ‘Los Fabelman’, un bello drama con tintes biográficos donde se reconcilia con su exitoso paso por este mundo.
Spielberg es un narrador excelso, capaz de expresar muchísimo a través de unas imágenes que resuenan, siempre, en la retina del espectador. Suyas son muchas de las películas que han marcado la vida de miles de personas, e influenciado de manera sobresaliente a talentos actuales de la pequeña y la gran pantalla.
Sin nada que demostrar ya a nadie, el talento, la honestidad, la pureza y, también, la humildad, están muy presentes en ‘Los Fabelman’, donde este magistral contador de historias reflexiona sobre la suya, influenciada por una madre carismática y distinta, un padre práctico anclado a la realidad y una situación familiar tensa que explota y define el porvenir de ese joven cineasta en ciernes y el resto de su núcleo familiar.
El excelente reparto (donde brillan especialmente Michelle Williams, Paul Dano y un contenido y bienvenido Seth Rogen), se entrega a esta película que, como la vida, está repleta de altos y bajos, de risas y lágrimas, fascinación, anhelo, pérdida y redención.
La vida no es una película. Y, como ‘Los Fabelman’, no es perfecta.
Pero si se vive con honestidad, empuje y alegría, puede que al final te ‘lleves a la chica/o/que’, y te des por satisfecho en el acto final de una vida donde todo influye y conforma lo que somos, lo que hacemos y lo que tenemos que decir en este mundo.
Un mundo donde Steven Spielberg, sin duda, continúa dejando huella.
Lo mejor: Spielberg es un narrador excepcional.
Lo peor: algunos bajones deslucen el conjunto.