En 2010, las mujeres de una aislada comunidad religiosa luchan por reconciliar su realidad con su fe.
Las últimas experiencias globales que todos hemos y estamos padeciendo no parecen recordarnos que nunca debemos menospreciar la capacidad de sorpresa del ser humano. Nos levantamos de las crisis, sean cuales fuera, para caernos en otras. Y no solo con esto somos capaces de continuar hacia adelante, sino que además tendemos a poner la zancadilla sin darnos cuenta de que estamos diseñados para avanzar de la mano.
La experiencia en la convivencia de una comunidad menonita de la escritora Miriam Toews hasta sus dieciocho años y otra serie de desdichas familiares han servido de base para crear todo este entramado. Su obra va paralela a su propia vida. Su libro homónimo cayó en el punto de mira de la actriz y productora Frances McDormand, quien ejerce en la versión cinematográfica ambos roles. Y junto Dede Gardner y Jeremy Kleiner (ambos responsables de producciones como ‘Moonlight’, ‘12 años de esclavitud’, ‘Minari’), optaron por dejar la adaptación a la gran pantalla en manos de la actriz, guionista y directora Sarah Polley (‘Lejos de ella’, o el documental sobre su propia familia ‘Stories We Tell’), aunque aquí no llega a aparecer como intérprete de su película.
‘Ellas hablan’ es una fábula asombrosa, sutil y esperanzadora. El resultado no puede ser más valiente. Sarah Polley recrea, en el transcurso de un solo día, la dura decisión de adoptar una solución definitiva en la más absoluta intimidad de un grupo de mujeres atrapadas en la fe, los hombres y su propio modo de vida.
Rooney Mara, Judith Ivey, Claire Foy, Liv McNeil, Sheila McCarthy, Jessie Buckley, Michelle McLeod y Kate Hallett forman el elenco principal de mujeres atrapadas en las redes de una encrucijada entre “no hacer nada, quedarse y luchar, o marcharse”. Una interpretación del drama en sus propias carnes, cuya vis teatral recuerda modos y maneras de aquel ‘Dogville’ de Lars von Trier. Y la actuación de un espléndido Ben Whishaw que redefine el antagonismo masculino de la obra.
Mujeres que hablan desde un feminismo sensato y liberalizador. Con miedos al pasado, presente y futuro. Enraizadas en una cultura que no cuestiona si es obsoleta y desfasada. Sino que han de buscar la esperanza por sus propios medios. Un trabajo coral desarrollado con pasión.
Este ‘Ellas hablan’ de Sarah Polley ofrece un relato valeroso sobre el tormento en pasado continuo, sobre una decisión muy presente, para dirigirse a un futuro inmediato impreciso, pero al menos libre y con decisión. Es cruel y hasta muy poética. Una historia de violencia contada desde la paz y la reflexión, vista en plano cenital, a la altura de Dios, donde la colectividad impera frente al individualismo. Con sus pros y sus contras.
Detrás de su tonalidad sepia, sugiere con destreza, habilidad y delicadeza miles de apreciaciones sobre dónde están los límites. Mujeres que son privadas de su libertad; madres que aman a sus hijos por encima de todo; jóvenes que están a un paso de convertirse en adultos; y finalmente potenciales verdugos de sus propias madres, hermanas e hijas cuando se convierten en hombres. Todo ello desde la fe, con muchos matices y múltiples perspectivas sobre las decisiones y actos de meter dentro del mismo saco opciones incompatibles.
‘Ellas hablan’ es una interesantísima opción para escuchar y profundizar en el mismo contenido de cuanto está cuestionando, a fin de erradicar conductas sociales que nunca deberían ser normalizadas.
Lo mejor: la sensibilidad para animar conciencias, sin caer en momento alguno sobre en agravios comparativos frente al verdugo, ya que lo uno sin lo otro no tiene razón de existir.
Lo peor: que sea una realidad ambientada tan en nuestros propios días que causa pudor y vergüenza ajena.