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‘Matria’, vivir por horas

Ramona vive en un pueblo de Galicia sumida en un contexto laboral y personal tenso e impredecible. Siempre sacrificándolo todo por el futuro de su hija Estrella, se verá empujada a mirar hacia dentro y a pensar que, tal vez, haya algo nuevo por lo que vivir.

A lo largo de nuestras vidas, van desfilando personas con poca fortuna. A veces la suerte, el temperamento, su propia condición, la falta de interés, o el poco ánimo para solventar la situación, hacen que el infortunio prevalezca sobre la misma estima. Las circunstancias sociales, las turbulencias laborales, la desazón familiar, pueden destruir o anular la poca felicidad que se pueda amasar por unos instantes.

No es nada raro que un cortometraje con ciertas dosis de éxito y premio termine extendiéndose al formato largo por amor del propio director hacia su obra. En muchas ocasiones además de la querencia también pesan en gran medida todas aquellas otras cosas que se desecharon por falta de tiempo.

Tal es el caso del vigués Álvaro Gago Díaz, quien en el 2017 le dedicaba un cortometraje a Francisca Iglesias, la misma persona que lo interpretó (modificando el nombre por el de Ramona), por su peculiar manera de ser y sobre cómo había atendido a los cuidados del abuelo del director.

Ahora, seis años después, Gago estrena su primer largo para perfilar con mayor detalle el retrato de una mujer gallega que desde su insignificancia contribuye a crear los cimientos de toda una cultura. En este caso el peso interpretativo recae sobre los hombros de la curtida actriz María Vázquez (‘Quien a hierro mata’, ‘Cuñados’, ‘Trote’), quien realiza un eficaz retrato intimista de este personaje. Una mujer carente de rumbo fijo, que aguanta los palos de la vida con dedicación a los precarios trabajos que va obteniendo para no ser consciente de su desilusión. Sólo cuando accede al cuidado de un anciano, rol de Eduardo Rodríguez “Tatán” (‘La lengua de las mariposas’, ‘La isla de las mentiras’), provoca en ella sentimientos olvidados.

‘Matria’ viene a suponer el esfuerzo de personas anónimas que en su diaria labor sacrifican las propias relaciones e incluso la ilusión por vivir. Inmersas en un pluriempleo cada vez más habitual, y morando en casas que no terminan nunca de enlucir, tienen que esconder los pocos cuartos que logran en una vieja lata de jabón de lavadora.

Para ello, la cámara la acompaña en todo momento. La enfoca, la refleja y la invade. Como si con ello pretendiera descubrirla ante sí misma. Una especie de espejo que pide a gritos un consejo, una advertencia, un aviso: coge las riendas de la vida, de tu vida. Con 42 años, y dejándose la piel a tiras, el único momento de serenidad es a bordo de un viejo 206 rojo mirando al mar, ese mar gallego que es hipnótico hasta bajo una lluvia cayendo a cubos sobre el parabrisas.

‘Matria’ es el perfil de una mujer valerosa, fuerte y con carácter, que no termina de convencerse a sí misma, pero es que tampoco se lo plantea. Es buena gente y resuelta. Aún así una persona incompleta.

Álvaro Gago esculpe en su primer largometraje una interesante reflexión y un peculiar homenaje, rasgando las telas y descubriendo esas heroínas que no aparecen en los escritos ni en los premios, pero que forjan la cultura y las leyendas gallegas con esta pequeña película íntimamente acogedora.

Lo mejor: que no trata de enjuiciar, sino mostrar, describir, descubrir… sobre todo a su protagonista para consigo misma.

Lo peor: no dejarse llevar, cuestionarse el porqué de las cosas, no ser capaz de avanzar en alguna dirección concreta.

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