En medio de una guerra futura entre la raza humana y las fuerzas de la inteligencia artificial, Joshua, un duro exagente de las fuerzas especiales que llora la desaparición de su esposa es reclutado para cazar y matar al Creador, el escurridizo arquitecto de la IA avanzada que ha desarrollado una misteriosa arma con el poder de acabar con la guerra… y con la propia humanidad.
Cualquiera que conozca la filmografía de Gareth Edwards sabe que su Cine está plagado de grandes ideas, ambición, imaginación y una factura visual muy interesante.
Desde ‘Monsters’, pasando por la notable ‘Rogue One’ (aquí, según los mentideros con algo de ayuda) hasta ‘The Creator’, el cineasta ha plasmado tropo narrativo tras tropo narrativo de la Ciencia-Ficción, imprimiendo a sus películas de cierto poso y grandeza que, por el momento, no ha terminado de alcanzar la cuadratura del círculo.
‘The Creator’, lo tenía todo para ser la primera Obra Maestra de Edwards.
Su impecable acabado técnico y visual (increíble que se haya hecho con tan solo ochenta millones de dólares y luzca tan auténtica y a la vez, natural), el excelente diseño de producción, la portentosa banda sonora a cargo de Hans Zimmer y un director maduro y curtido que se ha llevado lo suyo en el camino eran bazas más que suficientes para que todo encajara a la perfección. Esta reverente carta de amor a la Ciencia-ficción es una cápsula donde introducir lo mejor del Género y sus clásicos, adaptando la temática a la nueva amenaza que ya asoma la cabeza en este convulso Siglo: la IA y su imparable ascenso.
¿Qué podía salir mal? Pues lo que lastra cualquier película de cualquier temática que pasa de muy entretenida a inolvidable: un libreto demasiado trillado de lo mil veces visto (con mayor fortuna, además), y un reparto lleno de conocidos (pero desganados) actores, encabezados por el hijísimo de Denzel que ha heredado cosas de su aclamado padre, salvo las dos determinantes: el carisma y dominio de su profesión.
Pocos actores de cierto renombre en el Hollywood del siglo XXI son tan anticlimáticos como John David Washington, cuya expresividad sobrepasa por muy poquito la de Chuck Norris y aún se ve incapaz de sostener sobre sus hombros una obra de envergadura. Para brillar un poco necesita de entonados intérpretes alrededor (como Robert Pattinson en ‘Tenet’ o The Rock con el carisma desatado en ‘Ballers’), e ideas menos dispersas detrás de las cámaras.
Esta fallida elección de protagonista pesa mucho en ‘The Creator’, sobre todo por tratarse, básicamente, de una historia de amor, dolor, pérdida y redención, donde la dinámica emocional entre el protagonista, Gemma Chan y Madeleine Yuna Voyles debería ser un motor infalible, no un témpano tan calculado y falto de empatía como la IA a la que pretenden destruir.
Cualquier fotograma de ‘Hijos de los hombres’ con Clive Owen y su protegida en pantalla, tenía más corazón y calado emocional que toda la cinta de Edwards.
‘The Creator’ es un Magnum Opus destinado a la Gran Pantalla, y solo por el despliegue visual y artístico vale la pena pagar la entrada.
Pero, en unos días, no quedará nada más en nuestra memoria.
Lo mejor: ochenta millones de dólares virtuosamente aprovechados.
Lo peor: su descafeinado protagonista y demasiados lugares comunes en el guión.