Elphaba es una joven incomprendida por su inusual color verde de piel que aún no ha descubierto su verdadero poder. Glinda, una popular joven marcada por sus privilegios y su ambición que aún no ha descubierto su verdadera pasión. Ambas se conocen como estudiantes de la Universidad de Shiz, en la fantástica Tierra de Oz y forjan una insólita pero profunda amistad.
Es curioso comprobar cómo las nuevas generaciones están apoyando los grandes estrenos cinematográficos musicales. Disfrutan de las películas, se emocionan con sus protagonistas y se aprenden al dedillo las canciones para entonarlas cual karaoke improvisado allá donde se encuentren dos o más entusiastas del género. Es evidente que los clásicos de la animación de la casa del famoso ratón tienen mucho que aportar al respecto, no hay más que recordar los estragos que produjo el celebérrimo “Let It Go”.
Tras el éxito cosechado sobre las tablas por el homónimo espectáculo musical creado por Winnie Holzman (quien colabora con la producción), con letra y música de Stephen Schwartz (‘El jorobado de Notre Dame’, ‘El príncipe de Egipto’), y apoyado aquí en su banda sonora por John Powell (sagas ‘Cómo entrenar a tu dragón’ y ‘Shrek’), va directamente a la gran pantalla, eso sí dividido en dos partes. Ahora una sabrosísima entrega de dos horas y cuarenta minutos, y una segunda, para no quedarnos pegados en las butacas, dentro de un año por estas mismas fechas.
La historia de Oz se completa de la mano del director John M. Chu (‘En un barrio de Nueva York’, ‘Crazy Rich Asians’), con un acierto magistral, dominando la escenografía, las versátiles interpretaciones, los bailes con sus coreografías milimetradas, y con un colorido entusiasta donde el negro será el nuevo rosa… o en su defecto el verde, tipo Hulka o Fiona, que caracteriza a su malvada protagonista. No falta detalle. Desde un apropiado logo art déco de la Universal, con títulos que no desentonan con la producción del clásico de la Metro, hasta el fabuloso derroche de fantasía en medio de una narrativa visual impresionante que nos hace pasar el tiempo como si de un suspiro se tratase.
Y gran parte de esa responsabilidad recae en su acertado reparto interpretativo. Deslumbra como protagonista Cynthia Erivo (‘Malos tiempos en el Royale’, ‘Viudas’). La cantante Ariana Grande está genial debutando en su primer papel estelar. El televisivo Jonathan Bailey sorprende con su destreza en roles completamente insospechados. Y destacan la cada vez más versátil Michelle Yeoh (‘Tigre y dragón’, ‘Todo a la vez en todas partes’), junto a Jeff Goldblum en un papel muy en su línea como mago de Oz.
‘Wicked’ tiene ese manto encantador donde las apariencias engañan. Pero también destila esencia de denuncia social; los engaños políticos y la ambición a cualquier precio, tan actuales en estos tiempos, con frases lapidarias tales como “si arrebatas la esperanza puedes silenciar a cualquiera” o “la mejor forma de unir a la gente es ofrecerle un buen enemigo”. El desdén de tiempos convulsos en la ficción y en la realidad.
Con una escoba voladora, una capa negra y sombrero a juego, y un poco de fantasía, no solo se construye una buena bruja. ‘Wicked’ es el claro ejemplo de un producto completo. Preciosa banda sonora, efectivo y atractivo juego visual, impecable factura cinematográfica. Un regalo para todos los sentidos muy digno de recordar en la historia cinematográfica del género musical.
Lo mejor: el espléndido resultado de un espectáculo que se disfruta intensamente, y que deja con la miel en los labios para continuar con sus aventuras de fantasía.
Lo peor: ¿soy yo o es una mera casualidad subliminal que aparezca un cachorro de león bebiendo de una charca con su reflejo en el agua cuando la competencia está a punto de estrenar un bombazo comercial con un cartel similar…?