¿Qué pasaría si el asteroide que cambió por completo la vida en la Tierra hubiera pasado de largo y los gigantescos dinosaurios jamás hubieran desaparecido? Esta es la historia de un Apatosaurio llamado Arlo, que sorprendentemente hace un amigo humano. Mientras viajan por un misterioso paisaje, Arlo descubrirá cómo afrontar sus miedos y descubrir de lo que es realmente capaz.
Una vez más, Pixar da un golpe en la mesa como Dueña y Señora del cine de animación digital.
‘El Viaje de Arlo’ es una auténtica maravilla visual de impecable acabado técnico. El realismo de sus imágenes derretirá las retinas del espectador, que no tendrá más remedio que rendirse ante la belleza de los paisajes de una Tierra donde el Hombre no es más que un animal a domesticar.
La excelente banda sonora de Jeff y Michael Danna acompaña el viaje de Arlo y Spot, en una suerte de mítico Western con aires de dramedia de ciencia-ficción, emocional, amable… dispuesta a tocar nuestros corazoncitos.
Sin embargo, hasta aquí llegan los pros de la última aventura de la casa de la lamparita.
‘El Viaje de Arlo’ sucumbe a un libreto comodón repleto de lugares comunes y mil veces vistos. Son muchas las referencias (veladas o no) a otras cintas animadas de renombre.
‘El Rey León’, ‘En busca del Valle encantado’ e ‘Ice Age’, entre otras, se marcan a fuego en las aventuras del patoso Apatosaurio y su animal compañero, ambos tan adorables como predecibles.
Ni los desagradables secundarios, ni los gags cogidos con pinzas; ni siquiera la potencia narrativa de un planteamiento donde los Dinosaurios dominan la Tierra (que podría haber dado mucho más de sí. Recuerden otras melés animadas como ‘Planet 51’) bastan para salvar los muebles.
Tras la joya que fue ‘Del revés’, donde Pixar volvió a hacer historia, ‘El viaje de Arlo’ solo comparte con ésta eso de ‘De los creadores de…’ que tan buena pinta tiene pero, a veces, se queda en gancho para vender entradas.
Cien minutos de perfección técnica y un triste quiero y no puedo. Con otras levantamos la mano… pero a Pixar se le exige lo mejor, en todos los aspectos.
Esta vez tocaba cal muy bien envuelta.
Lo mejor: su impecable acabado y la banda sonora.
Lo peor: el contenido no acompaña al continente.