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‘La habitación (Room)’: implacable obra maestra

Póster de La Habitación (Room)

Para Jack, un niño de cinco años, la habitación es el mundo entero, el lugar donde nació, donde come, juega y aprende con su madre. Por la noche, mamá lo pone a dormir en el armario, por si viene el viejo Nick. La habitación es el hogar de Jack, mientras para su madre es el cubículo donde lleva siete años encerrada, secuestrada desde los diecinueve años. Con gran tesón e ingenio, la joven ha creado en ese reducido espacio una vida para su hijo, y su amor por él es lo único que le permite soportar lo insoportable. Sin embargo, la curiosidad de Jack va en aumento, a la par que la desesperación de su madre, que sabe que la habitación no podrá contener ambas cosas por mucho más tiempo.

Hay pocas ocasiones en las que una película te toca tan dentro, más allá de la conmoción y el espanto de la situación narrada.

‘La habitación (Room)’ es una obra maestra, con dos partes muy diferenciadas que, a su vez, son imprescindibles para entender la horrible experiencia de una madre coraje que, en la peor situación imaginable, es capaz de darle a su hijo una vida ‘normal’, intentando contra viento y marea que la realidad no devore la fascinación y descubrimiento propios de la infancia.

La primera mitad destaca no solo por las conmovedoras interpretaciones de Jacob Tremblay (un actor superdotado pese a su corta edad) y Brie Larson, sino por adentrarnos en la vida de dos prisioneros de una forma distinta, centrada en la relación materno filial, sin explotar (lo que habría sido muy sencillo pero, a la vez, errado) la lágrima/odio/estupor fáciles de la audiencia.

Para el joven Jack la habitación es su universo. Un universo donde ha aprendido a vivir gracias a la incansable fuerza y amor de su madre. Jacob Tremblay nos ofrece una naturalidad brutal que, sin apenas esfuerzo, nos atrapa. A medida que avanza la película, el joven destinando a hacer del mundo su campo de juegos sufrirá una tremenda transformación hacia la ‘cotidianidad’ (tan poco valorada cuando se disfruta a diario), y lo hará con la total y absoluta implicación de cada uno de nosotros.

La segunda mitad, aún siendo magnífica gracias a la bienvenida contención tonal, evoluciona en territorios melodramáticos ya conocidos.

Se exploran las secuelas de tan tremenda experiencia en la joven madre y la familia que dejó atrás: es aquí donde Brie Larson apuntala su nominación al Oscar, desnudando su alma rota a través de una mirada que no necesita palabras de apoyo, que deja patente la enconada lucha interna de una mujer arrancada del mundo con violencia, y vuelta a nacer.

En el camino de vuelta madre e hijo convergerán cerrando el círculo, poniendo fin a la experiencia en la maldita Habitación, diciendo adiós para abrazar un futuro juntos.

‘La habitación’ es un viaje difícil, pero sin duda imprescindible para todo cinéfilo que se precie.

Y, como en todo buen viaje, los que partimos con Jack y Ma no seremos los mismos al volver a casa.

Lo mejor: Jacob Tremblay, todo un descubrimiento.

Lo peor: nada que merezca tal adjetivo.

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