El Gruñón es un cascarrabias que piensa que todo tiempo pasado fue mejor.
Todo lo que ha sido hecho después de 1953 lo enfurece…
La historia comienza cuando por una caída en las escaleras tiene que ir a vivir con la familia de su hijo en Helsinski, una ciudad moderna, lejos de su entorno.
Su nuera es una mujer de carrera que no tiene tiempo para perder con el Gruñón y su hijo un inútil afectivo que jamás pudo contar con su padre. Las cosas se complican cuando el Gruñón decide ayudar a su nuera a cerrar un trato con unos empresarios rusos y mejorar la relación con su hijo. ¡Y seguro que a alguien le arruinará el día !
El cine nórdico, en las últimas dos décadas, nos ha regalado grandes películas, que han catapultado al estrellato a actores y actrices que, en la actualidad, triunfan internacionalmente.
No obstante, resulta raro y bienvenido encontrar una dramedia que destaque sobre el cine negro, la acción gamberra y el thriller, marcas de la casa que llegan cada año desde Finlandia y el resto de la gélida y recta Escandinavia.
‘El Gruñón’ supone el divertido, ácido, profundo y emotivo choque generacional de un viejo cascarrabias, insoportable, machista y puñetero, enfadado con el mundo desde la muerte de su mujer y los achaques de la edad que, sin prisa pero sin pausa, van restándole orgullo y autonomía.
Pese a su enérgica resistencia, se ve obligado a vivir con su hijo y su nuera, un matrimonio moderno afectado por los avatares de la neurótica Sociedad acomodada, donde este Gran Torino que vino del frío es un pez fuera del agua, desencadenante de un cúmulo de situaciones rocambolescas donde la forma simple de ver la vida, centrada en la acción y los hechos, choca con los postulados de los políticamente correcto donde hay que ir con pies de plomo.
‘El Gruñón’ no es solo una sátira llena de surrealistas momentos para partirse de risa, que funcionan a la perfección; Dome Karukoski arma también un melodrama convencional de enfrentamiento paterno-filial bien construido que, combinados, nos enfrentan a la reflexión inevitable del destino al que nos dirigimos como Sociedad: derechitos al abismo.
El buen hacer del trío protagonista (con especial atención a Antti Litja como indiscutible protagonista, que consigue meternos de lleno en la historia e implicarnos en la debacle que supone el pozo generacional) completa este pequeño milagro finlandés, disfrutable de principio a fin, donde veremos reflejados muchos de nuestros enfrentamientos con nuestros mayores.
Lo mejor: la negociación con los rusos.
Lo peor: la comedia brilla por encima del melodrama, descompensando el resultado final.