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‘El viaje’, políticos enemigos públicos

Cuarenta años de violencia, 3.500 muertes, dos enemigos implacables y 85 kilómetros en coche para conseguir una paz duradera en Irlanda del Norte. Una historia inspiradora, conmovedora e hilarante sobre el viaje que se vieron obligados a realizar juntos Ian Paisley y Martin McGuinness, líder del Partido Unionista y líder del IRA respectivamente. Un trayecto incómodo en el que ambos dieron un salto de fe que cambiaría el curso de la historia irlandesa y británica moderna. Es el momento en el que dos polos opuestos dejan su pasado atrás para llegar a un acuerdo político forjando una sólida amistad que, con los años y con su humor, hizo que se les conociese como ‘los Chuckle Brothers’ (los hermanos risitas).

Cine y política no suelen ir a menudo de la mano. En primer lugar porque cada cual tiene sus ideas más o menos perfiladas, y hay riesgo de no conectar con una historia cuyo brazo de la balanza se inclina hacia una intencionalidad concreta. Otra de las circunstancias puede obedecer a que los hechos queden demasiado distantes como para tener un mínimo interés. O que sus personajes no tengan el suficiente carisma como para justificar que se les dedique una biografía en película. Incluso hastiar y saturar a la población que padece esas tensiones políticas tampoco ayuda a despertar afecto alguno incluso ante relatos carentes de cualquier propaganda ideológica.

Bien es cierto que hay personajes de la talla de Gandhi, Luther King, Mandela, entre otros muchos, que tienen sobrado interés cinematográfico. Y que hay directores que saben aderezar acontecimientos políticos con un halo narrativo de atracción, como recientemente, en el caso irlandés que nos atañe, Jim Sheridan o Neil Jordan.

En ‘El viaje’, Nick Hamm dirige con muy buen criterio el magnífico guión de Colin Bateman, en el que de menos a mucho más nos va presentando esta fábula sobre cómo pudo ser el encuentro final que desencadenaría el acuerdo de paz de Irlanda del Norte. Dos extraordinarias caricaturas llenas de ironía de los jerarcas y enemigos públicos responsables de la guerra civil y de la anarquía en la Irlanda más reciente, en un encuentro ficticio.

Timothy Spall (‘Mr. Turner’, ‘Negación’, saga de ‘Harry Potter’), actúa y sobreactúa para cargar y recargar su genial interpretación del reverendo protestante Ian Paisley, fiel a la unión entre Irlanda y la Corona británica. En el lado opuesto, Colm Meaney (‘La camioneta’, The Damned United’, ‘La conspiración’), es Martin McGuinness responsable del Ejército Republicano Irlandés (IRA).

Ambos protagonizan ‘El viaje’: una mezcla entre “road-movie” y “reality” con cámaras ocultas, sobre la tensa convivencia entre dos rivales políticos y letales. En dicha travesía les acompaña interesantes secundarios como Freddie Highmore, John Hurt, o Catherine McCormack.

Para dar agilidad al relato que se desarrolla principalmente en los asientos traseros de un coche, la cámara utiliza planos muy dinámicos desde el interior del vehículo, y rompe las secuencias con preciosos paisajes escoceses (curiosamente rodados en Irlanda). A la vez que bromea sobre actores de cine contemporáneos o escritores de la talla de John Grisham, muestra su cinismo lapidario con frases como “hemos pasado demasiado tiempo en cementerios”, o “el acuerdo que el mundo aplaudirá pero que los nuestros repudiarán”.

También juega con la autocrítica y la sátira propia al proclamarse sus antagonistas como mártires de la paz a la vez que mártires del terrorismo. Habla de pedir perdón por las bombas y las balas que han matado a padres y a hijos, aunque deja un fuerte resquemor al llegar a decir que desde el 11S las bombas ya no significan nada. Deja un fuerte poso cuando la ironía y la dureza de lo que se describe conviven en el mismo viaje.

Lo mejor: las interpretaciones, los diálogos y las viejas ideas que representan, y el incidente en la gasolinera.

Lo peor: el comienzo demasiado “british”, un tanto deslavazado, con el que cuesta encontrar afinidad, pero salvado este escollo todo va hacia arriba.

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